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Congresos y
su debate sobre cómo legislar
Desde Chile y hasta Colombia los legislativos están sesionando de forma virtual o mixta, con un grupo de parlamentarios en el recinto y el resto conectados desde plataformas. Con la llegada de la covid los gobiernos vecinos pidieron a las instituciones del Estado trabajar desde casa, pero, al igual que sucedió acá, esto ha generado divisiones entre oficialismo y oposición.
Al revisar las situaciones de los países suramericanos nos encontramos con que en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Paraguay el legislativo está operando de manera mixta; en Ecuador y Perú, virtual; y en Uruguay los diputados asisten al Parlamento e, incluso, no están obligados a portar tapabocas. Sin embargo, cada uno tiene su particularidad.
En Argentina, con cerca de 136 mil casos de covid, desde marzo los congresistas acordaron realizar sesiones virtuales solo para asuntos relacionados al coronavirus y por 60 días. El problema es que el gobierno, en cabeza de la vicepresidenta del país y presidenta del Senado Cristina Fernández comenzó a poner en la agenda temas que no estaban dentro de ese pacto como la reforma judicial.
Después, Fernández prorrogó esos encuentros de manera indefinida y con agenda abierta. Por ese motivo, la oposición reclama presencialidad. La mayoría de los legisladores están desde casa. Entre tanto, los que viven en Buenos Aires o pertenecen las mesas directivas del legislativo asisten al Palacio.
El 25 de junio Fernández cerró los micrófonos de los opositores y dio por terminada la plenaria en el Senado. “Haz de cuenta que estábamos en una sesión presencial y se apaga la luz cuando pedimos la palabra”, afirmó el senador opositor Luis Naidenoff al periódico La Nación. Patricio Giusto, politólogo de ese país, explica que eso no hubiera ocurrido en una plenaria física. “Empezamos a ver cómo las sesiones digitales favorecen el menor debate y dan la posibilidad de callar a las voces opositoras con un simple clic”, sentencia el analista.
Brasil, con 2,2 millones de contagios de la pandemia, tiene un escenario similar: parte de los parlamentarios están en el Palacio Nereu Ramos y otra desde sus casas conectados por internet. La bancada bolsonarista está impulsando proyectos que no tienen relación con la emergencia del covid como una reforma tributaria, cambios en materia laboral y al sistema de saneamiento.
En la Cámara de Diputados han cuestionado que no son llamados a tomar la palabra con frecuencia y el presidente de esta, Rodrigo Maia, tuvo que comprometerse a incentivar la participación.
Un comentario que hizo el ministro de Ambiente, Ricardo Salles, en abril, también alertó a los congresistas, pues en un video que se filtró de una reunión cerrada este afirmó que la covid era una “oportunidad para atravesar ganado y simplificar las reglas ambientales”. Es decir, impulsar iniciativas en el legislativo en favor de los terratenientes. Salles también se refirió a que la atención de los medios estaba en la enfermedad y no en el Congreso.
La politóloga de ese país Ana Luiza Matos explica que ese comentario hacía referencia a los intentos del gobierno de “desreglamentar” las normas en esta materia, teniendo en cuenta que el Ejecutivo le apuesta a la explotación de la Amazonia. Con ese escenario, Matos apunta que con la virtualidad “se redujo la trasparencia y la posibilidad de presión social, ya que no hay presencia física de actores interesados en las discusiones de los parlamentarios”.
Un caso diferente sucedió en Perú, que tiene 326 mil contagios del coronavirus. Ese Congreso se eligió en enero de este año y legislará solo hasta abril de 2021, por lo que se trata de un parlamento de transición. Jorge Aragón, politólogo de la Pontificia U. Católica del Perú, relata que al comienzo la mesa directiva de la Cámara reclamaba presencialidad, pero todos los encuentros pasaron a la virtualidad. “Se impuso la sensatez sobre las plenarias y el riesgo de contagio. De todas formas, la calidad del debate siempre ha sido baja”, afirma.
Desde Bolivia Carlos Hugo Laruta, analista de la U. Mayor de San Andrés, relata que la Asamblea Legislativa Plurinacional acordó realizar sesiones mixtas, dejando en casa a los parlamentarios mayores o con enfermedades de riesgo. Sin embargo, la mayoría asiste de manera presencial a las votaciones. “El legislativo se convirtió en una traba para el poder Ejecutivo de Jeanine Áñez que frena todas las normas que han impulsado”, relata.
De esta forma, los poderes legislativos de Suramérica intentan continuar con su agenda en medio de la pandemia, pero la virtualidad ha sido un escenario de retos y discordias. La conclusión para Patricia Muño z, directora de posgrados de Ciencias Políticas de la U. Javeriana, es que con este escenario “los políticos tienen el reto generar gobernabilidad a partir de una comunicación asertiva que genere confianza en los ciudadanos.