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Con más del 80,4 por ciento de votos escrutados, y una ventaja de nueve puntos porcentuales del No sobre el Sí, el presidente de Bolivia, Evo Morales, aún llamaba a esperar los resultados definitivos y a no celebrar con anticipación, en referencia a sectores que ayer amanecieron alegres por su probable triunfo en las urnas.
Pero los vaticinios de medios y expertos apuntaban a una realidad inapelable para el Movimiento al Socialismo (MAS), liderado por Morales: los bolivianos dijeron No a su segunda reelección y expresaron así su descontento por asuntos de corrupción, despilfarro, violencia y persecución a sectores opositores.
En cualquier caso, en el Palacio Quemado, y aunque desde bien temprano distintas voces celebraban la derrota oficialista, Evo le ponía drama a los últimos escrutinios:
“Hay que esperar con mucha serenidad los resultados. No se trata de, anticipadamente, hacer una fiesta”, dijo en su primera rueda de prensa tras el referendo del domingo.
Según datos publicados en la página web del Tribunal Supremo Electoral (TSE) al 83,6 por ciento de cómputo, el No a la propuesta oficialista de reformar la Constitución para permitir otra reelección de Morales tiene un apoyo del 54 por ciento, frente al Sí que cosecha un 46.
Horas antes, los sondeos de las empresas encuestadoras Equipos Mori e Ipsos dieron al No a la reforma constitucional un porcentaje del 51 al 52,3 por ciento y al Sí entre 47,7 y 49 por ciento.
De ser ciertas dichas encuestas, una tendencia inicial que daba un rotundo triunfo del No, se habría reducido a un estrecho margen, pero al cierre de esta edición no se había podido dilucidar la precisión de las cifras. En cualquier caso, expertos consultados por EL COLOMBIANO expresaron su malestar respecto a la forma en que el organismo electoral adelantó el escrutinio.
“El oficialismo no tiene probabilidades reales de revertir la tendencia de la votación. Pero en teoría aún podría. Lo único es que tendría que registrar resultados aplastantes en el campo, sacando por cada mesa 90 votos por el Sí frente a uno, dos o tres del no. Eso es prácticamente imposible”, advirtió Jorge Lazarte, politólogo, docente y exvicepresidente de la Asamblea Constituyente de Bolivia.
Para Carlos Toranzo, economista, académico y analista político boliviano, hay indicios que son suficientes para dudar de cómo se llevo a cabo el escrutinio en su fase final: “El Tribunal Electoral ha analizado ya la mayoría de las actas (83,6 por ciento), y la ventaja es de 8 puntos porcentuales. Eso parecería irreversible, pero todavía analistas y expertos expresan su duda frente a lo que pueda pasar en el último tramo del conteo”.
“Hubo muchas irregularidades que se han denunciado desde el domingo. Se ha notado que no se abrieron algunas mesas en Santa Cruz por ser un feudo de la oposición. Se ha encontrado a agentes en dicha región con bolsas de votos favorables al Sí. En lugares apartados, hay denuncias que apuntan a que el gobierno está presentando más votos a su favor que población inscrita. Hay mucha tensión. No debiera modificarse la tendencia, pero hay temores por fraude”, agregó.
Carlos Cordero, politólogo y docente de la Universidad Mayor de San Andrés (Umsa), coincidió: “Estoy convencido de que el No triunfó. Ya están consolidadas las cifras. Sin embargo, el Tribunal Supremo Electoral está demorando el escrutinio. En las últimas horas, el gobierno está esgrimiendo el argumento del “empate técnico” para desinflar los ánimos de la oposición victoriosa y aminorar el impacto negativo a la imagen del presidente”.
Cordero se refiere a las palabras del vicepresidente Álvaro García Linera: “se trata de un auténtico empate técnico. Es altamente probable que esas cifras se modifiquen de una forma drástica. Nadie ha ganado”, enfatizó.
“Aún no tenemos resultados oficiales del Tribunal Supremo Electoral. Habrá que esperar horas o días, puede ser mañana o pasado, no creo que una semana. Estamos hablando de una diferencia de 110.000 votos”, agregó.
Todos los expertos coinciden en que el fracaso en la aspiración reeleccionista implica el principio del fin para Morales y para muchos de los objetivos de su bancada.
“El caudillo tiene herederos, y en este sentido lo más probable es que se desate una pugna interna, en la que se destapen ollas podridas de cada uno. Es una guerra sin cuartel que se dará en un contexto de declive económico. En este sentido se abre una oportunidad para que ante la debilidad de la oposición tradicional, el movimiento cívico espontáneo que logró el No, pueda capitalizar la coyuntura actual en futuros liderazgos”, explicó Toranzo.
Cordero coincidió: “El apoyo al MAS mermó y se abre un ciclo de oportunidades para quienes quieren renovar la política en Bolivia”.