Estados Unidos realizó ataques que causaron “daños y destrucción extremadamente graves” a tres instalaciones nucleares de Irán, afirmó el domingo el general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto del país norteamericano.
El presidente Donald Trump dedicó semanas a buscar una vía diplomática para sustituir el acuerdo nuclear con Teherán que rompió durante su primer mandato en 2018.
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Sin embargo, Trump decidió finalmente emprender acciones militares contra el programa nuclear iraní, sumándose a los ataques iniciados una semana atrás por su aliado Israel, que además incluyó a altos mandos del ejército iraní.
Esto es lo que se sabe sobre los ataques estadounidenses contra Irán, una operación denominada “Martillo de Medianoche”.
Así fue la operación principal de EE. UU. contra Irán
En conferencia de prensa, Caine detalló que en los ataques participaron más de 125 aeronaves estadounidenses, incluyendo bombarderos furtivos B-2 Spirit, cazas, aviones cisterna de reabastecimiento en vuelo, un submarino con misiles guiados y aeronaves de inteligencia, vigilancia y reconocimiento.
“Esta misión demuestra el alcance, la coordinación y la capacidad inigualables del ejército de Estados Unidos”, dijo Caine. “Ningún otro ejército del mundo podría haberlo logrado”.
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Bombarderos B-2
Estados Unidos empleó siete B-2, unos aparatos capaces de volar 6.000 millas náuticas (9.600 kilómetros) sin repostar, diseñados para “penetrar las defensas más sofisticadas del enemigo y amenazar sus objetivos más valiosos y fuertemente defendidos”, según el ejército estadounidense.
“Este fue el mayor ataque operativo con B-2 en la historia de Estados Unidos y la segunda misión con B-2 más larga jamás realizada”, indicó Caine.
Varios B-2 se dirigieron hacia el oeste sobre el Pacífico como señuelo, mientras que los bombarderos que participarían en los ataques pusieron dirección al este, una “operación de engaño conocida solo por un número extremadamente reducido de planificadores y líderes clave”, dijo el general.
“Los cazas iraníes no volaron, y parece que sus sistemas de misiles tierra-aire no nos detectaron. Durante toda la misión, mantuvimos el factor sorpresa”, comentó.
Estados Unidos ya había recurrido a los B-2 en operaciones contra las fuerzas serbias en la década de 1990, con vuelos sin escalas desde Misuri a Kosovo y viceversa. En la primera década de este siglo fueron utilizados en las guerras de Afganistán e Irak.
Bombas antibúnker GBU-57
Caine explicó que los B-2 lanzaron 14 bombas conocidas como GBU-57 o Penetrador Masivo de Artillería, una potente bomba antibúnkeres de 13.600 kilogramos que debutó en combate en la operación contra Irán.
Ideadas para penetrar hasta 60 metros bajo tierra antes de explotar, estas bombas eran necesarias para alcanzar las instalaciones nucleares iraníes situadas a gran profundidad.
Las pruebas de esta arma comenzaron en 2004 y en 2009 Boeing obtuvo un contrato para completar la integración del GBU-57 con aeronaves.
Misiles de crucero Tomahawk
Además de los bombarderos, un submarino estadounidense lanzó más de dos docenas de misiles contra objetivos de infraestructura de superficie no especificados en Isfahán, uno de los tres emplazamientos nucleares atacados en la operación, dijo Caine.
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Se trata de misiles diseñados “para volar a altitudes extremadamente bajas y altas velocidades subsónicas y pilotados en una ruta evasiva por varios sistemas de guía adaptados a la misión”.
Fueron utilizados por primera vez en 1991 contra las fuerzas iraquíes durante la Operación Tormenta del Desierto, precisó el ejército estadounidense.
Objetivo de los ataques estadounidenses
¿Qué viene ahora en el conflicto Israel -Irán en el que ya entró Estados Unidos?
Trump instó a Irán a “acordar poner fin a esta guerra”, afirmando que “ahora es el momento de la paz”.
Pero queda por ver si los ataques impulsarán a Teherán a desescalar el conflicto o a ampliarlo aún más.
Si Irán elige esta última opción, podría hacerlo atacando al personal militar estadounidense estacionado en Oriente Medio o intentando cerrar el estratégico Estrecho de Ormuz, por el que pasa una quinta parte de la producción mundial de petróleo.