Como si se tratara de una barca a la deriva, atestada de balseros sedientos y anhelantes por encontrar tierra firme, las “recompuestas” relaciones diplomáticas y comerciales entre Cuba y Estados Unidos han estado cinco años sin alcanzar buen puerto y, por el contrario, parecen en riesgo de naufragar.
Desde el 17 de diciembre de 2014, cuando el entonces presidente estadounidense, Barack Obama, y su homólogo cubano, Raúl Castro, decidieron entablar el diálogo y dar el primer paso para cesar cerca de cinco décadas de tensión (ver cronología), las expectativas de una eventual reconciliación entre los países han decaído a medida que aumenta la política de “mano dura” del actual mandatario Donald Trump.
Incluso, para un sector de exiliados cubanos asentados en Miami, que ostentan un fuerte poder electoral, el acercamiento entre Castro y Obama fue “catastrófico”. Así lo expresa el líder del Directorio Democrático Cubano, Orlando Gutiérrez, quien señala que “las concesiones unilaterales al régimen y no exigirle nada, lo envalentonaron y lo consolidaron. Y eso se puede ver en su expansión por Latinoamérica y fortalecimiento en Venezuela”.
Viento frío en el deshielo
Aunque la cooperación en ciertos temas como narcotráfico y ambiente sigue vigente y las embajadas permanecen en La Habana y Washington abiertas, la llegada de Trump al poder dio nuevo impulso a la desconfianza histórica entre los gobiernos. “El equipo de Obama quería inundar Cuba de democracia. Exponer a la gente a nuevas ideas, a internet y a los visitantes estadounidenses”, afirmó para EFE el exfuncionario del Gobierno de EE. UU, Fernando Cutz
Pero el denominado “deshielo diplomático” quedó en mero discurso. La acción más contundentes del Gobierno de Obama fue la revocatoria de la política de “Pies mojados, pies secos”, que daba un trato migratorio preferencial a los cubanos que pisaran suelo estadounidense, bajo el argumento de que empezarían a ser tratados como viajeros de cualquier otro país.
Sin embargo, con el reforzamiento de las medidas migratorias que ha hecho el Gobierno Trump, la situación se ha complejizado. Fuentes oficiales señalan que en los últimos tres años han sido repatriados 1.802 cubanos y con corte a agosto pasado, había cerca de 39.000 personas de esa nacionalidad con orden de deportación por condenas penales o irregularidades migratorias.
Además, medidas como nuevas restricciones a viajeros y sanciones comerciales a quienes negocien con empresas relacionadas con militares cubanos entraron en vigencia a partir de 2017.
Consultado por EL COLOMBIANO, el magíster en Relaciones Internacionales del Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra (Suiza), Ricardo Abello, considera que el proceso ha alcanzado un punto de congelamiento total, pues “Trump no tiene el más mínimo interés en que eso salga adelante”, sino que, de cara a las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos, una postura menos conciliadora “seguramente será invocada por los diferentes candidatos para ganar votos, sobre todo en la Florida”, Estado que ha sido tradicionalmente el puerto de llegada de balseros cubanos y que concentra un amplio sector antirrevolución.
En ello coincide el magíster en Ciencia Política de la Universidad de Antioquia, Rafael Rubiano, al afirmar que “el gran obstáculo que hay para una normalización de esas relaciones tiene que ver con el Gobierno de Trump, que es indudablemente un gobierno neoliberal y profundamente populista, anticastrista y antichavista”, en medio de una política exterior norteameticana “alimentada por el exilio cubano, que siempre ha tenido interés en que caiga todo el proceso acumulado de la revolución”.
Sin embargo, acota el experto, la actual situación entre ambos países “hay que verla en un doble plano”, es decir, también desde la perspectiva interna de Cuba, que vive “un momento de transición. Desde la muerte de Fidel Castro se presenta un cambio generacional en el liderazgo y el establecimiento político. Allí se pueden visualizar dos líneas: una muy fuerte, integrada por el Partido Comunista, que mantiene la defensa de la revolución y del legado de los hermanos Castro; y una minoritaria, de más apertura, que intenta hacer flexibles las políticas no solo internas sino económicas de Cuba”.
De momento, el año próximo, ante el riesgo de juicio político, Cuba será una tuerca electoral que Trump estará, seguramente, tentado a apretar.
1.802
cubanos han sido repatriados en los últimos tres años, según datos oficiales.