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“Lo peor está por venir”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 21 de abril pasado, haciendo referencia a lo que llegaría con el coronavirus en el continente americano, que ya es el principal foco de infección del virus, según la misma OMS.
Su vaticinio se enfocaba en mantener las medidas de autocuidado y ayer, de nuevo, lanzó una advertencia: la lucha contra el coronavirus está lejos de terminar.
Este panorama, que resulta preocupante desde la OMS, no ha hecho el suficiente eco en Estados Unidos. Basta con mirar las apariciones del presidente, Donald Trump, y de su vicepresidente, Mike Pence, quienes en sus presentaciones públicas nunca usan, al menos, el tapabocas, recomendado para evitar el contagio ante los interlocutores.
Esa ha sido una constante en los eventos que buscan la reelección del magnate, pues los asistentes a estos eventos no usan el tapabocas y los líderes tampoco lo recomiendan.
Con el repunte de casos que llega a 2,5 millones de contagios, según la Universidad Johns Hopkins, sigue a la cabeza como el país con más casos, pero ayer, incluso, Pence acusó de indisciplinados a los jóvenes norteamericanos, pese a que no han dado ejemplo de pedagogía básica, como el lavado de manos.
“Lo que está sucediendo es una combinación entre el incremento de los test y el hecho de que muchos jóvenes se han estado reuniendo sin respetar las medidas de seguridad establecidas para cada fase de la reapertura”.
Pero no es solo un asunto de indisciplina. Una colombiana que trabaja en un complejo médico en Texas contó que en su empresa, por ejemplo, hay 700 contagios, y apunta que este incremento se ha dado, de una u otra manera, por la reactivación económica y social de Estados Unidos, y por el descuido ciudadano frente a las medidas de autocuidado.
Este panorama muestra una realidad política, a juicio de Johnattan García Ruiz, abogado y magíster en Salud Pública de Harvard y profesor de Derecho y Salud global de la Universidad de Los Andes, quien recuerda que “el gobernador, el republicano Greg Abbott, ha sido una persona irresponsable en el manejo de la crisis, y esto es por su filiación política”.
Texas es un tema particular, pues desde la semana pasada los casos diarios pasaron de dos mil a cinco mil cada día y Abbot, apenas desde la semana pasada, empezó a recomendar el uso del tapabocas “para evitar el cierre de Texas y sus comercios”.
Sobre este repunte, Pence manifestó que “estamos supervisando en profundidad los nuevos casos en Florida, Texas, Arizona y California”, con el objetivo de frenar el avance del virus en estas regiones, que son las que más casos reportan.
Jaime Arias, exministro de Salud de Colombia, por su parte, señala que se ha desconocido lo “extremadamente contagioso” que es el coronavirus. “Por ello afecta las grandes ciudades. EE.UU. tiene unas 15 megaciudades como Los Ángeles o New York, en donde el impacto fue enorme. El propio presidente ha dividido el país y los estados republicanos no han adoptado la cuarentena”, precisó Arias.
Al respecto, García Ruiz menciona que las zonas con más casos tienen relación con el origen político de sus gobernantes, que en esta ocasión tienen que ver con los republicanos, quienes se han desmarcado de medidas de protección frente al virus.
“La mayoría de los demócratas dice que está de acuerdo con el uso del tapabocas, mientras que solo un tercio de los republicanos lo hace, y esto es por los ejemplos de sus líderes, que no usan la máscara por no querer mostrar una imagen de debilidad”, dice el experto.
García Ruiz, además, hace énfasis en que para los republicanos, el hecho de que “los obliguen a usar una máscara tapaboca, lo consideran como una vulneración a sus derechos” y eso se ha convertido en el día a día de los ciudadanos.
Arias, por su parte, agrega que el alto flujo de viajeros llegando de Asia y Europa aportó en “diseminar el virus hace tres meses. Dentro del gobierno no ha habido una política clara frente al tema y hay opiniones contrarias entre los políticos y los científicos”.
Para los consultados, lo que está pasando no tiene que ver directamente con la cultura norteamericana ni con que sean “indisciplinados” porque sí, sino que el factor político y el papel de los líderes de ese país juega en contra de la salud pública.
Así lo plantea García Ruiz, al señalar que “los republicanos adoptaron una actitud egoísta con la posición de no creerle a la ciencia, a los datos” y los resultados se está viendo con el repunte de casos.