Por primera vez en 25 años, Estados Unidos se abstuvo — y no se opuso— ayer en la ONU en un voto de condena al embargo sobre Cuba, en lo que supone una nueva señal del acercamiento entre los dos países y de la voluntad de Washington de dejar atrás esta política.
La abstención estadounidense, secundada por Israel, permitió que la Asamblea General de Naciones Unidas sacara adelante el texto sin votos en contra y rozando la unanimidad, pues los otros 191 Estados miembros se pronunciaron a favor.
“Estados Unidos siempre ha votado contra esta resolución. Hoy, se va a abstener”, anunció minutos antes del voto la embajadora estadounidense ante la ONU, Samantha Power, en unas palabras recibidas con una gran ovación del resto de países.
Según Power, este texto que se aprueba anualmente desde 1992 “es un ejemplo perfecto de por qué la política estadounidense de aislar a Cuba no estaba funcionando”.
“En lugar de aislar a Cuba (...), nuestra política aislaba a EE. UU, incluso justo aquí en Naciones Unidas”, apuntó Power.
La abstención, que EE. UU. ya había considerado el pasado año, va en línea con la voluntad del presidente, Barack Obama, de poner fin al embargo, algo que defiende desde que en diciembre de 2014 se inició el acercamiento bilateral entre los dos países.
Además de ser un claro mensaje de cambio hacia el exterior, el voto de EE. UU. va también en clave interna, pues el levantamiento está en manos del Congreso. Allí, la mayoría republicana aboga por mantenerlo, tal y como dejó claro este mes el presidente de la Cámara, Paul Ryan.