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El muro, 3.100 kilómetros de valla u hormigón en la frontera que separa a Estados Unidos y México, ya no es un supuesto ni un gancho para atraer a votantes reacios a la inmigración. El primer cimiento lo puso ayer Donald Trump con la firma de una orden ejecutiva que exige destinar fondos federales a esa construcción.
La decisión, anunciada durante una ceremonia en el Departamento de Seguridad Nacional, coincidió con la entrevista que minutos antes otorgó el presidente de Estados Unidos a la cadena ABC, en la que dijo que las obras comenzarán “en meses” y que su planificación ocurrirá “de inmediato”.
El recién investido mandatario insistió en que “en última instancia” el costo del muro será “reembolsado por México” y ese pago será del “cien por cien” del valor de la construcción.
“Todo se nos reembolsará en una fecha posterior con cualquier transacción que hagamos con México. Sólo le digo que habrá un pago, que sucederá de alguna forma, quizás una forma complicada. Lo que estoy haciendo es bueno para Estados Unidos, también va a ser bueno para México. Un México muy estable y muy sólido”, detalló.
El decreto de fortalecimiento de la frontera incluye además planes para contratar a 5.000 agentes fronterizos más para capturar a inmigrantes y triplicar la cantidad de agentes de inmigración para arrestar y deportar a los que viven ilegalmente en el país.
Entretanto, otro decreto que firmó Trump busca privar de fondos federales a las ciudades y estados “santuario”, como Chicago, Los Ángeles y Nueva York, por lo general gobernados por demócratas y que han protegido a la población indocumentada, si se niegan a dar información sobre el estatus migratorio de las personas que detienen.
Sobre el muro, dice que ya existe, no solo por los 650 kilómetros de valla de seguridad que construyó Bill Clinton durante su mandato, sino por el “muro militar”, detalla, refiriéndose a los sistemas de control en la frontera que demuestran las carencias de su efectividad, ya que solo generan una mayor confrontación y agravan el drama de los 331.000 inmigrantes que, solo en 2015, fueron retenidos cruzando.
“El muro no detendrá la migración. Es un fenómeno tan fuerte, con redes tan consolidadas, que siempre buscará el resquicio para librarse de los controles”, apunta el experto, y añade que la obra se enfrentará a problemas de violencia y xenofobia, a un clima político tenso entre los dos países y a un absurdo en términos presupuestales.
Y es que según Christopher Sabatini, experto en América Latina de la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Columbia, el costo de construir una valla de una sola capa sería de 3,75 millones de dólares por kilómetro, a lo que habría que sumar otros 2,6 millones de dólares para la construcción de carreteras y vallas adicionales.
Con eso, agrega Sabatini, Trump subestima el impacto de México en el mundo y hace un tratamiento degradante de un país hermano.
“Construir un muro es una falta de respeto fatal. Más que consecuencias en las relaciones de los países, esto abre un debate por el irrespeto hacia una región, y si rompemos eso, en la manera vulgar de Trump, va a ser muy difícil conseguir cooperación de América Latina para otros temas más importantes que los migratorios: seguridad, comida y lucha contra el terrorismo. Sin eso, nuestra agenda se debilita”.