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El Estado Islámico ejecutó a 52 jóvenes excombatientes en Mosul

El grupo extremista se defiende así del ingreso de tropas para liberar la ciudad de su presencia. Entretanto, la ONU calcula que 20.000 personas han tenido que huir.

  • Mosul, el último bastión que le queda al Estado Islámico en Irak, está siendo tomada por las tropas por el oeste. FOTO AP
    Mosul, el último bastión que le queda al Estado Islámico en Irak, está siendo tomada por las tropas por el oeste. FOTO AP
03 de noviembre de 2016
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Infundir el miedo mediante ejecuciones masivas es la forma en que el Estado Islámico se defiende de la entrada de tropas iraquíes a Mosul.

Este miércoles, el grupo extremista usó los altavoces de las mezquitas para pedir a los residentes de los barrios Al Jadraa, Al Samah, Al Karama y Al Qudis, que acudieran al patio del colegio público Meca con sus pertenencias y documentos.

Según le explicó por teléfono a la agencia Efe Mohamed al Musali, líder de uno de los grupos de vecinos que quieren enfrentar a mano propia al Estado Islámico, los yihadistas amenazaron con atacar las casas de quienes no respondieran, pero cuando llegaron al lugar, fueron atacados a tiros.

Aunque el Gobierno de ese país ha sido insistente en que los habitantes de los barrios orientales de Mosul deben quedarse en casa y no aceptar los llamados del EI, es difícil vencer el temor cuando la violencia solo se ha recrudecido desde el 17 de octubre, fecha en que inició la campaña de las tropas iraquíes para liberar Mosul, el último bastión del grupo en ese país.

De hecho, el pasado 26 de octubre, el Comité de Derechos Humanos del Parlamento iraquí reveló que los radicales ejecutaron a 232 civiles.

Una liberación que inquieta

Mosul solía ser la ciudad más grande de Irak antes de que la invasión de Estados Unidos comenzara en 2003. “Era la continuidad de la antigua ciudad de Nínive, una población milenaria, situada estratégicamente en el centro de Irak, con territorios kurdos al norte, con Bagdad en el sur y con petróleo por todas partes”, comenta Sergio Moya, coordinador del Centro de Estudios de Medio Oriente.

En junio de 2014, con casi dos millones de personas, la ciudad fue el escenario en el que el líder del Estado islámico Abu Bakr al-Baghdadi declaró el califato y comenzó a apoderarse de una enorme cantidad de recursos naturales y humanos, por medio del reclutamiento.

“Mosul simbolizó la supuesta habilidad del grupo de celebrar una gran ciudad capital y ser un estado. Aunque el EI ha perdido casi la mitad del territorio que tenía en Irak durante los últimos 18 meses, Mosul es donde todo comenzó. Sacar esta joya sería un revés psicológico devastador para el grupo”, opinó Philip Gordon, investigador en seguridad en Medio Oriente del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés) en un blog de este centro de investigación.

No obstante, en los últimos dos años, muchos han huido de allí, y el exilio masivo se agravó con la toma del 17 de octubre. De acuerdo con Naciones Unidas, Casi 21.000 personas se han visto obligadas a dejar sus hogares por la ofensiva iraquí. De ellos, la mitad se encuentran en campamentos, y el resto, en comunidades de acogida. Aún peor, el organismo calcula que entre 200.000 ciudadanos, e incluso 1 millón, tendrán que salir de Mosul.

“El Estado Islámico los tomó como prisioneros, los están usando como escudos humanos, mientras ellos se meten en sus trincheras, huyen a Europa o a Siria, constituyendo una nueva amenaza para la seguridad”, advierte Moya, crítico de la efectividad de la estrategia de liberar Mosul para combatir al grupo, con el apoyo de Estados Unidos.

Gordon, también exfuncionario del Consejo de Seguridad Nacional en la administración Obama, alerta de otra dificultad: el combate urbano será complicado por la “panoplia” de grupos armados que se reúnen para luchar contra el EI, y que son combatientes sin experiencia coordinándose unos con otros y, en muchos casos, enemigos mortales entre sí, que fueron autorizados por el primer ministro iraquí, Haider al-Abadi.

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