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En medio de una lluvia de críticas y toneladas de mármol blanco, se estrenó el pasado 3 de marzo el edificio Oculus, sede de la estación de metro del World Trade Center de Nueva York (Zona Cero de los atentados del S-11). Con un costo de 4 mil millones de dólares, cerca de 13 billones de pesos colombianos, se inauguró, aún sin terminar, la estructura del arquitecto español Santiago Calatrava.
El Oculus conectará cerca de once líneas de metro, y una conexión Nueva York - Nueva Jersey, que albergará un centro comercial, una zona de comidas y una entrada subterránea al centro de comercio mundial (WTC). Pese a las bondades que presenta, su construcción fue bastante cuestionada, no sólo porque se excedió 6 años de más en su tiempo de entrega, sino además porque dobló el presupuesto inicial de su construcción, 2 mil millones de dólares, según la datos de la cadena BBC.
Otros medios también al alzado su voz de crítica ante lo que han considerado “Un mausoleo que tiró millones de dólares por el agujero”, dijo el New York Post, y un “desorbitado símbolo de despilfarro”, escribió The New York Times, medio que puso en duda la oportuna entrega de las etapas faltantes del complejo, afirmando: “estas predicciones parecen tan confiables como las promesas iniciales de estas autoridades de que el proyecto se construiría en 5 años y costaría US$2.200 millones”.
Pese a la gran polémica que ha suscitado la obra, otras voces se han levantado en su defensa, una de ellas es el director de construcción del nuevo World Trade Center, Steve Plate, quién afirmó en la BBC que “la estación representa el renacer de la Zona Cero tras los atentados de 2001”, aludiendo al carácter de monumento de la obra, que según su arquitecto representa una paloma a punto de alzar el vuelo.