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Hay zonas de El Salvador en las que el Estado no llega. Ni la mano dura del presidente Nayib Bukele ha logrado controlar un mal que ese país conoce bastante bien: las pandillas que tienen el control de los barrios populares. En esas áreas, las barreras son invisibles y esos grupos se disputan el poder territorial, dejando cerrada la entrada a las instituciones estatales.
En medio de esa batalla por el poder territorial la salud de los salvadoreños quedó en riesgo, pues las brigadas médicas de atención primaria de las instituciones del gobierno tienen, muchas veces, bloqueado su acceso. En otras ocasiones son los ciudadanos los que no pueden pasar de un barrio a otro porque viven en jurisdicciones de pandillas que están enfrentadas.
“Algunas personas tienen miedo de ir a buscar atención bajo la amenaza de ser agredidos por un grupo armado, simplemente porque viven en una zona que es controlada por determinada pandilla. Entonces, nosotros vamos hasta donde ellos están para prestarles servicios médicos”, cuenta Luis Romero, coordinador del proyecto Fronteras Invisibles de la organización Médicos Sin Fronteras (MSF).
Romero lidera la atención médica a personas con limitado o nulo acceso a la salud. La historia del proyecto comenzó en 2017. Ese año este organismo internacional le puso la lupa a los barrios y comenzaron a buscar alternativas para llegar con soluciones para la población. Inició como un piloto y para 2018 el proyecto ya estaba marchando con dos ejes principales: brigadas médicas y un sistema de ambulancias que transporta a los pacientes desde esos barrios hasta centro de salud.
La inseguridad está en la calle, pero también las ganas de salvar vidas. MSF ha llegado con brigadas a los barrios Campanera, 22 de abril, Margaritas, 1 de diciembre y Concepción. Con ambulancias, la cobertura hasta comienzos de año era solo para las ciudades de Soyapango e Ilopango, pero por la covid se amplió a diecinueve municipios más: todo un engranaje médico.
“A partir de la emergencia actual por el coronavirus El Salvador suspendió de forma temprana los servicios de atención primaria en salud, los del sistema público del Estado. Entonces, empezamos a ver un agravamiento en otras enfermedades que no estaban relacionadas al covid y también en las comorbilidades”, dice Romero. Ante ese contexto, las misiones médicas internacionales se convirtieron en una mano amiga para tiempos difíciles.
El contexto socio político de El Salvador es complejo. Human Rights Watch reseñó en abril que el presidente Bukele estaba desafiando a la Corte Suprema de Justicia, afectando el equilibrio de poderes, y también ha dado cuenta de tratos inhumanos a los reclusos dentro de las cárceles. También hay casos de desplazamiento forzado y la población se ha visto obligada a migrar, huyendo de la falta de oportunidades.
En medio de ese contexto adverso, los médicos en los barrios aparecen como un camino para llevar calidad de vida a las personas en las zonas en las que el día a día no es nada fácil.