La imagen de un hombre, un descendiente del mono, cazando una ballena –la única criatura que por su inmensidad no puede ser pintada, según Moby Dick– no es únicamente un motivo literario. Para el gobierno de Japón es una práctica comercial que retomará a partir de julio del próximo año, según anunció ayer.
La decisión aplicará en sus aguas territoriales y en la zona económica exclusiva e implicará su salida de la Comisión Ballenera Internacional (CBI). De esta forma, Japón rompe con un consenso alcanzado hace 30 años y respetado por otros 88 países, entre ellos Colombia, de restringir la caza por propósitos científicos.
El argumento, sin embargo, parece ser más simbólico que económico, pues actualmente solo el 0,1 % de toda la carne vendida en Japón es de ballena, según el periódico japonés Asahi. La época posterior a la derrota en la Segunda Guerra Mundial, cuando en medio de la hambruna generalizada el país asiático encontró en la carne de este animal la subsistencia, ha quedado en el terreno simbólico, como señala el exministro de medio ambiente Manuel Rodríguez Becerra.
Ahora, ese pasado hace parte de la agenda del Partido Liberal Demócrata, al que pertenece el primer ministro Shinzo Abe. Mauricio Ceballos, vocero del área de Océanos de Greenpeace Andino, afirma que el restablecimiento de la caza de ballenas “hace parte de un programa político para exacerbar lo que consideran valores patrióticos y tradiciones”.