Hasta antes de su muerte, Yevgeny Prigozhin mantuvo siempre ese aspecto rudo y seco, caracterizado por la falta de cejas y una calva que le daban el aspecto de un paciente tras largas jornadas de quimioterapia.
Había estado por fuera del radar hasta el miércoles pasado cuando se conoció que el avión privado en el que viajaba se estrelló cerca al pueblo Kujenkino, en la región de Tver, en Moscú, y ni él ni ninguno de los otros nueve ocupantes de la aeronave lograron salir con vida. “La lista de pasajeros del avión que se estrelló en la región de Tver incluye a Yevgueni Prigozhin”, indicó el servicio de aeronáutica Rosaviatsia en sus primeros informes tras el infortunio.
No había pasado un largo tiempo después del accidente, cuando la muerte de Yevgeny Prigozhin ya llenaba las primeras páginas de los periódicos señalando las dudas y hasta endilgándole la muerte al presidente de Rusia, Vladimir Putin, con quien se enemistó a finales de junio pasado y a quien el mismo Putin lo trató de “traidor” tras un intento de sublevación del grupo mercenario Wagner, dirigido por el hoy muerto Prigozhin.
Las dudas se acrecentaron más porque los medios locales rusos informaron que horas antes de despegar, Prigozhin Dmitry Utkin y otros fundadores del grupos Wagner se reunieron con funcionarios del Ministerio de Defensa ruso.
Incluso, hasta los soldados de las tropas Wagner enviaron un mensaje a través de su canal Grey Zone, en el que califican a Rusia como traidora y elevaron a la categoría de héroe a su jefe caído. “El jefe del Grupo Wagner, el héroe de Rusia, el verdadero patriota, Yevgeny Viktorovich Prigozhin, murió como resultado de las acciones de los traidores a Rusia. ¡Pero incluso en el infierno será el mejor! ¡Gloria a Rusia!”.
Los ecos de esas acusaciones dieron la vuelta al mundo, y hasta el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sembró el manto de duda cuando el miércoles en una rueda de prensa le preguntaron sobre la posible participación de Putin en esta muerte, y el mandatario contestó: “No sé con certeza qué pasó, pero no me sorprende”. Hace tan solo un mes, cuando se perdió del radar Prigozhin tras la ruptura con Putin, Biden dijo medio en serio medio en broma, que “tendría cuidado con lo que como, estaría atento a mi menú”.
A su vez, la jefe de la diplomacia alemana, Annalena Baerbock expresó que “no es una coincidencia que todas las miradas se dirijan hacia el Kremlin cuando un excercano a Putin, caído en desgracia, cae literal y súbitamente del cielo dos meses después de haberse rebelado”.
Y es que la gloria y la derrota de Prigozhin, un empresario multimillonario que terminó convertido en mercenario, siempre estuvieron ligadas a Putin. Su ascenso inició hace 23 años cuando ambos se conocieron en las calles de Moscú, Putin como un exagente de inteligencia rusa que daba sus primeros pasos en la política, y Prigozhin como el dueño de un local de objetos de lujo; y se rompió hace tan solo dos meses cuando el presidente ruso le llamó “traidor”.
Aún así, Putin envió unas palabras de consuelo a la familia de su antiguo aliado y destacaba su contribución en la guerra contra Ucrania, al tiempo que señalaba que realizará una investigación a fondo para esclarecer la muerte del jefe del grupo mercenario.
“Era un hombre con un destino complicado, que cometió graves errores en su vida, pero que obtenía los resultados que se proponía”, expresó Putin en televisión mientras enviaba su “sincero pésame” a los familiares de las víctimas del accidente aéreo.
El “chef” de Putin
Los últimos años de vida del jefe Wagner estuvieron lejos de la escasez que le acosó en su infancia y juventud. Yevgeny Prigozhin nació de una humilde familia en San Petersburgo. Las carencias lo llevaron a cometer robos y estafas, lo que lo llevó en la adolescencia a pasar 9 años en prisión.
Tras cumplir la condena y sentirse “un hombre nuevo”, comenzó a vender perros calientes en las calles de Moscú, y con las ganancias obtenidas en su puesto callejero, montó su primer negocio de comidas rápidas, esta sería muchos años después la puerta de entrada al Kremlin y la llave para volverse amigo de Putin.
Pero mucho tiempo antes de forjarse esa amistad, en una tarde de abril un hombre de cabello rubio y aspecto delgado pero fuerte, ingresó a otro de los negocios que en aquella ocasión tenía Prigozhin. Era un local de restauración y objetos de lujo al que este personaje, un exagente de la Policía secreta soviética que daba sus primeros pasos en la política, se le hizo costumbre ir a comprar baratijas en los suburbios de San Petersburgo.
Con un Putin ya montado en la presidencia para el año 2000, la carrera de Prigozhin fue un continuo ascenso. Sus habilidades culinarias lo llevaron a servirle platos personalmente al presidente ruso, y sus empresas de comidas terminaron con contratos para las tropas rusas que le llenaron los bolsillos de plata.
Con el plato servido, al empresario se le ocurrió la idea de un ejército paralelo que ayudara a las tropas del Kremlin a luchar las guerras de otros frentes. Putin, un hombre acostumbrado a ganar, le dio el visto bueno y así fue como nació el grupo Wagner en 2014.
Hasta ese momento, Prigozhin gozaba de gran reputación pero no estaba en los ojos del mundo. Esto solo ocurrió cuando en 2016, su empresa creada en 2010 y llamada “la fábrica de trolls”, hecha solo para la desinformación y la propaganda, fue señalada de intentar afectar las elecciones presidenciales en Estados Unidos de 2016.
La ruptura entre los dos
Como la marca en el orillo de un paño, así quedó grabado el señalamiento que el mundo le hizo a Prigozhin y a su grupo por las violaciones a los derechos humanos. Wagner le hacía las tareas sucias a Putin en otros países, mientras sus bolsillos seguían llenándose de dinero, con una fortuna avaluada en 2.500 millones de dólares al momento de su muerte.
Pero como todo no dura para siempre, las continuas fallas del ejército oficial en el frente de batalla, llevaron a Prigozhin a cuestionar las directrices del Ministerio de Defensa y de los altos mandos generales de Rusia, mientras que él y sus “muchachos”, peleaban poniendo el pecho en la guerra contra Ucrania.
Cansado de oídos sordos, el 24 de junio el jefe Wagner anunció una rebelión que puso a Putin nervioso que alertó sobre una guerra civil. Fue ahí cuando lo llamó “traicionero”, mientras Wagner iniciaba su marcha hacia Moscú.
Con la tensión en lo más alto, ambos llamaron a la prudencia y , en una negociación, Putin prometió enviar a los mercenarios a Bielorrusia, mientras que Prigozhin aseveró que nunca pensó en atacar. Así sellaron con sus manos un pacto que para muchos fue la firma del acta que llevó a la muerte a Pringozhin, cuya sentencia se disfrazó, al parecer, con el accidente de un avión.