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Esta provincia francófona canadiense que por estos días se compara con Cataluña por sus intenciones de independencia, aprobó una ley que prohibirá a las mujeres musulmanas llevar en público su tradicional velo.
Así las cosas, en adelante, una musulmana no podrá ir en transporte con esa prenda, que de acuerdo a la corriente cultural cubre determinadas partes del rostro o el cuerpo. También se limita a las empleadas del sector público, desde doctoras hasta profesoras, a que trabajen con cualquier tipo de velo.
Se trata de la primera ley de este tipo en Norteamérica, aunque en Europa varios países la han aplicado, con toda una estela de críticas entre defensores de derechos humanos. Francia fue el primero, en 2011, y le siguieron Holanda y Bulgaria. Hace menos de un mes, Austria prohibió el uso de burka en lugares públicos y obligó a quienes infrinjan la norma a pagar hasta 150 euros de multa.
Aunque la ley plantea que puede haber excepciones para quienes dan instrucción religiosa y que no castiga específicamente a mujeres musulmanas, sino que incluso afecta a quienes se cubran el rostro en manifestaciones, para el Consejo Canadiense de Mujeres Musulmanas, la ley es discriminatoria y está dirigida contra la comunidad musulmana de Quebec.
Entre los argumentos figura que, según una encuesta de 2016, solo el 3% de las mujeres musulmanas en Canadá usan el nicab, por lo que se considera la medida como una estrategia política para capturar votos.
Georgina Siklossy, de la Red Europea contra el Racismo, llama la atención en que al “castigo de género” que de por sí ya tienen las mujeres musulmanas en occidente, se suman ahora el étnico, el religioso y el de su vestimenta. “El pañuelo en la cabeza, su código de vestimenta y las atribuciones negativas que le han dado desde la cultura las hacen ver como un grupo homogéneo, mientras se ‘racializa’ el peso de la palabra musulmana”.
La combinación de esos elementos, continúa, lleva a la exclusión. De acuerdo a un estudio que adelantó su organización en 8 países de Europa, “aunque es difícil de demostrar por la poca información y por la falta de confianza en el sistema”, las musulmanas rara vez se quejan, mientras la discriminación es frecuente para ellas.