La extrema derecha en Europa, bajo la lupa

Expertos coinciden en que la declaración de Amanecer Dorado como organización criminal marca un precedente contra la xenofobia en la UE.

Masiva protesta en Atenas, Grecia, contra el partido de extrema derecha Amanecer Dorado el día en el que fue declarado como una organización terrorista por el homicidio de un rapero en septiembre de 2013. FOTO AFP

El puñal que atravesó el corazón del rapero y activista de izquierda Pavlos Fyssas el 18 de septiembre de 2013, arrancándole la vida solo por su ideología, se convirtió en el arma con el que el grupo de extrema derecha griego Amanecer Dorado mató también su propio futuro político.

El pasado miércoles, la jueza María Lepenioti declaró al fundador y 67 integrantes de la cúpula de ese movimiento, que llegó a ser la tercera fuerza política en Grecia y a tener 21 escaños en el parlamento, culpables de dirigir una organización criminal. A ese veredicto se llegó tras cinco años de analizar pruebas, no solo del homicidio de Fyssas, sino de ataques sistemáticos y violentos contra migrantes.

De acuerdo con Niels Muznieks, director para Europa de Amnistía Internacional, el fallo contra la agrupación, abiertamente neonazi y creada hace 40 años por el exmilitar Nikolaos Michaloliakos (ver cronología), “tiene un impacto que traspasará ampliamente las fronteras de Grecia y debe significar que los crímenes de odio ya no se tolerarán más”.

Y en ello coinciden los expertos consultados por EL COLOMBIANO, que califican la decisión judicial como un parteaguas en la radicalización de la política europea y una advertencia a los partidos de extrema derecha que emiten discursos que incitan a la violencia y la discriminación.

Para explicar el alcance del fallo, el analista político internacional y magíster en Ciencia Política de la Universidad Pontificia Bolivariana, Hasan Türk, señaló que aunque surgió hace 40 años, el auge de grupos como Amanecer Dorado se consolidó en Europa a partir de la dura recesión económica de 2008 .

“En medio del aumento del desempleo y de la sensación generalizada de incertidumbre, empezó a llegar un gran número de migrantes de los conflictos de Siria y Libia. Ese fue el caldo de cultivo para que líderes populistas se aprovecharan del discurso xenófobo, radicalizando la población europea”, indicó.

Esa exacerbación del malestar no solo se reflejó en las urnas, sino en violencia. Pero como lo advierte el profesor asociado de Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, Mauricio Jaramillo Jassir, pese a que en toda Europa, pero especialmente en la zona occidental, hay leyes que castigan la apología al delito, “habían sido insuficientes para atajar este tipo de plataformas”.

Por eso, reitera, “el fallo marca un antes y un después” para movimientos como “el antiguo Frente Nacional en Francia, que hoy se llama Reagrupamiento Nacional; Alternativa para Alemania, en un país que vive el tema de forma muy particular por el pasado que todos conocemos; o Fidesz, que hoy gobierna en Hungría; porque hay antecedentes que muestran que algunos de ellos pasaron de tener un discurso muy ambiguo frente a los derechos humanos, a una acción que puede ser considerada criminal”.

Turk, por su parte, destaca que “el fallo también demuestra que frente a los ataques contra inmigrantes no ha habido una respuesta contundente de parte de las autoridades. Y es que puede que los atentados no sean cometidos por un partido, pero sí por sus simpatizantes”.

Sin embargo, ambos también concuerdan en que una solución definitiva aún se vislumbra lejana. El Informe Mundial 2020 de Human Rights Watch precisa que si bien muchos partidos mayoritarios que se alinearon con las agendas antimusulmana y antirrefugiados de la extrema derecha han perdido terreno en las elecciones más recientes, “la intolerancia racista y el sentimiento y la violencia xenófobos, islamófobos y antisemitas aún prevalecen en la Unión Europea”.

Turk acota al respecto que “los migrantes siguen llegando y los problemas sociales, políticos y económicos en Europa siguen sin solucionarse. El continente vive una crisis de identidad y en la población hay un sentimiento de que los países están siendo neocolonizados por sus excolonias árabes, africanas y latinas”.

Mientras que Jaramillo concluye que “la extrema derecha es una fuerza incompatible con los valores de la UE, pero representativa al fin y al cabo, y al margen del discurso xenófobo, por ella votan, por ejemplo, todos esos campesinos que se sienten abandonados por el modelo neoliberal del bloque. Y los resultados electorales muestran que es una fuerza que no va a desaparecer”.

años de cárcel es la pena que podrían pagar los miembros del movimiento.