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“Medellín tiene una oportunidad única de convertir las quebradas en parques que queden a 10 minutos de cada casa”

El urbanista Alejandro Echeverri dice que la crisis por las inundaciones es una oportunidad para restaurar y aprovechar el potencial natural del Valle de Aburrá.

  • Urbanista y profesor antioqueño Alejandro Echeverri . Foto: Jaime Pérez Munévar
    Urbanista y profesor antioqueño Alejandro Echeverri . Foto: Jaime Pérez Munévar

Las inundaciones, los deslizamientos o las tragedias por los aguaceros fueron pan de cada día en los últimos meses en Medellín. No hubo una semana en la que no se lamentara la inclemencia de las lluvias con el Valle de Aburrá; sin embargo, la radicalización del cambio climático y la vulnerabilidad de la región dejan al descubierto problemas estructurales de planificación, urbanización indebida en retiros de quebradas o zonas de alta ladera, y destrucción de las áreas verdes, las llamadas a ser un ‘colchón’ durante estos periodos climáticos extremos.

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Aunque el panorama es adverso, el urbanista Alejandro Echeverri, exdirector de Urbam de Eafit y quien lideró la estrategia de urbanismo social en Medellín entre 2004 y 2007, dice que esta crisis es una oportunidad para que la ciudad adopte un plan de acción que corrija el rumbo y le haga frente a la crisis climática que cada vez será más inclemente.

Cita un estudio que hicieron en Urbam de la estructura urbana de Medellín, el cual determinó que casi el 100% de los habitantes está a 12 minutos caminando de una quebrada. “Es lo que hablamos de la ciudad próxima, que los niños tendrían estos corredores verdes, además de la conectividad ecológica. Tiene un potencial de ser una ciudad ecológica muy importante, única y apostarle a ese proyecto solucionaría el problema de inundaciones”, explica.

¿Por qué está pasando esto y qué puede hacer la ciudad?

“Se da por múltiples razones, entre ellas el cambio climático, pero también por los procesos de urbanización, por las fuerzas de transformación de la ciudad que están impactando e impermeabilizando muchas áreas del valle. Medellín es como una hoja doblada, un valle muy estrecho con más de 400 cuencas hídricas que descienden de las laderas y atraviesan la ciudad. Tiene una condición geográfica y climática extraordinaria, yo creo que por eso está gustando tanto hoy en el mundo, pero tiene unos índices de lluvia altísimos. Y cuando decimos impermeabilizando es que, al crecer la ciudad y al urbanizarla, muchas de las superficies a lo largo de las quebradas y las cañadas, pero también muchas de las áreas verdes, se van endureciendo.

Lo más sencillo es seguirle la vida a una gota de agua cuando cae en la parte alta. Si hay muchas superficies de retención, zonas verdes, hojas, árboles, infiltración, esa gota se demora uno o dos meses en bajar al río. Al impermeabilizar la ciudad, al construirla, al urbanizarla, ponerle cemento, etcétera, el agua baja rápidamente. Vemos el problema cuando se inundan las quebradas, una tragedia social impresionante, pero el problema es de políticas públicas: esta ciudad tiene más de más de 400 cuencas, es una oportunidad increíble de futuro, de hacer corredores verdes, de conectarlos, de repoblarlos, de restaurar la naturaleza con una política que haría mucho más resiliente la ciudad y que nos pondría parques a 10 minutos de nuestras casas”.

¿Cómo llegamos a este punto, se permitieron muchas construcciones indebidamente sobre las lomas o ha faltado planeación?

“Una regulación apropiada para esto hubiera mejorado mucho la situación, pero no evitado del todo. Antes, en muchas de las decisiones públicas, no medíamos las consecuencias de nuestras acciones en relación con escenarios futuros. También se dan momentos críticos de contaminación por esa zona de convergencia del valle, igual con el agua. Pero el proceso también de urbanización y de crecimiento ha sido explosivo. Nosotros en 1950 teníamos 350.000 habitantes. En el 90 pasamos de los dos millones en el área metropolitana y hoy superamos los 4,5 millones. Hubo procesos explosivos de migración y de crecimiento, sobre todo con poblaciones que vienen con condiciones sociales muy críticas en muchas de las zonas informales, así es muy difícil que una ciudad responda”.

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¿Pero qué dos o tres errores que ha cometido Medellín han sido capitales en acrecentar esta problemática que hoy vivimos?

“Un tema técnico tiene que ver con la concepción del diseño hidráulico tradicional de las ciudades: los colectores y las quebradas. Esta ciudad requiere una agencia, un observatorio de las cuencas, las quebradas y el río. En el mundo se está transformando la concepción de cómo diseñar las cuencas y toda la solución hidráulica de las quebradas y los arroyos con un enfoque de restauración ecológica, de renaturalizar, generar reservas mayores de suelo blando y verde a lo largo de las cuencas, algo que es muy difícil por la ocupación.

Tratar de evitar ocupar la parte alta de las laderas infinitamente con procesos de planificación, de regulación formal. Hay un menú que es muy amplio, pero que perfectamente esta ciudad lo puede aplicar y es urgente de aplicar para evitar las tragedias que viven las familias que están cercanas a estas zonas. Es un drama urgente. Es un cambio de enfoque en la concepción de cómo se construyen estas infraestructuras para no hacerlas únicamente con soluciones de tuberías y de cemento, que el agua baje rapidísimo, si no buscar zonas de retención, que el agua se retenga de alguna manera con una estructura más natural de esos de esas cuencas”.

¿Y hay algún tipo de proyecto en ese sentido?

“Paradójicamente, en el exterior se reconoce a Medellín como una ciudad que le ha hecho una apuesta muy fuerte a la renaturalización, las soluciones basadas en la naturaleza. Hemos hecho algo, creo que no hemos tenido la voluntad que deberíamos tener. Esta ciudad tiene la oportunidad, tiene la capacidad, tiene los recursos, pero hay que movilizar una política pública mucho más ambiciosa que responda a esta crisis, pero que vea la oportunidad que hay, creo que tenemos que movilizarnos todos, porque de estos problemas surgen oportunidades en Medellín, y acá hay una oportunidad muy importante. Hicimos un estudio en Urbam de la estructura urbana de Medellín y casi el 100% de los habitantes de Medellín está a 12 minutos caminando de una quebrada. Es lo que hablamos de la ciudad próxima, que los niños tendrían estos corredores verdes, además de la conectividad ecológica. Tiene un potencial de ser una ciudad ecológica muy importante, única y apostarle a ese proyecto solucionaría el problema de inundaciones”.

¿Pero cuánto tiempo tenemos? Porque de esas ideas venimos hablando desde hace más de 30 años y los efectos del cambio climático se están radicalizando cada vez más.

“Es la responsabilidad de todos acelerar los cambios. Podemos estar hablando mucho, lo que tenemos que hacer de comienzo es crear un observatorio del agua y las cuencas de la ciudad con una agencia como lo era Mi Río, pero puesta en perspectiva de futuro, que conecte la gestión de riesgo, la gestión de la biodiversidad, la regulación urbana. Algo ambicioso, robusto, no respuestas inmediatas de urgencia. Medellín tiene la capacidad de conectarse y construir un nuevo relato”.

¿Alguien tiene ese diseño hidráulico? ¿Alguien ya se lo ha soñado?

“Muchas ciudades del mundo están virando hacia ese modelo. Creo que hay instituciones y personas que están en ese camino, pero no es que esté hecho ese diseño. Sin duda tiene que ver con el plan de ordenamiento y regulación. Yo trabajo en planificación, pero soy un poco escéptico de los POT, porque un POT no transforma la ciudad, hay que pasar a la acción, crear la agencia, crear los recursos y crear la prioridad. Es más de contención y orientación, pero también a los POT la realidad muchas veces les pasa por el lado. El POT es importante, pero hay que hacerlos mucho más prácticos y precisos, se tienen que actualizar sus formas y utilizar las nuevas tecnologías que le permitan adaptarse en el tiempo”.

¿Sobre qué postulados debería girar esa actualización del POT 2026- 2038 de Medellín?

“Esta crisis que estamos viviendo de las inundaciones tiene que ver con uno de los atributos de Medellín, que son sus cuencas. Todo eso se puede traducir en regulaciones urbanísticas con soluciones basadas en la naturaleza para las futuras construcciones, en limitar ocupaciones, en generar una estrategia de restauración y de renaturalización. Otro aspecto tiene que ver con la ciudad próxima, cómo podemos hacer más eficiente la vida cercana, que no tengamos que desplazarnos tanto, lo que hoy se ha vuelto muy famoso con eso de la ciudad de los 15 minutos.

Nosotros lo trabajamos mucho cuando estábamos en el gobierno con esa estrategia de urbanismo social, cómo llenar de servicios el entorno de estos lugares, que una mamá lleve al niño a su colegio, tenga un emprendimiento cercano, está la biblioteca cerquita, las calles están recuperadas, luego toma el sistema de transporte público para ir a trabajar. Ahora, esta ciudad tiene otros problemas estructurales, como la inequidad. Hablamos de una ciudad sin muros, abierta, incluyente. Las ciudades siguen los modelos económicos en los que viven. Quiero decir, la materialización de los modelos económicos le da la forma a la ciudad, eso nos lleva a tener ciudades más segregadas, donde de alguna manera los sectores sociales están más separados y eso, para contrarrestarlo, requiere una política pública. Medellín ha hecho muchas de estas cosas, pero eso no quiere decir que las hubiera solucionado porque una ciudad no se soluciona, se van mejorando cosas, pero hay que avanzar más rápido”.

¿Y qué hacer con la falta de parques?

“Medellín no tiene parques. Tiene las áreas verdes, pero no tiene la estructura de gestión, recursos ni la institucionalidad para gerenciar una red de parques urbanos. Metroparques es una institución frágil, le entran unos recursos por el Parque Norte y otros espacios. Pero no tiene el músculo, ni tiene la estructura institucional para hacer una agencia de parques y bosques urbanos. Por ejemplo, en Guadalajara la crearon hace unos años y ha dado un salto cualitativo muy grande. Tenemos espacios como el cerro El Volador, una montaña verde que la usan muy poquitas personas. Además, con un problema de inseguridad inmenso y con muchas dificultades de integración con la ciudad. Tenemos La Asomadera, el cerro Nutibara. Pero eso requiere una decisión pública institucional. No está la institucionalidad ni nunca se ha dado el debate público de crear una institución con recursos que eleve y gestione estas áreas verdes y las integre a la ciudad, las mantenga y las restaure. No se puede estar rebotando la responsabilidad entre qué hace Metroparques, ahora la Secretaría de Turismo, después Medio Ambiente, eso requiere una estructura.

Un salto cualitativo es generar la institucionalidad, un observatorio sobre las zonas verdes, pensar en una agencia de futuro como lo fue Mi Río, pero pensaba para el futuro, una agencia de bosques y de parques urbanos con recursos que pueda integrarlos todos en un gran parque verde”.

La paradoja en el transporte es que invertimos 30 años en tener un sistema masivo que es referente del continente, pero está perdiendo el pulso con las motos.

“Son dos fuerzas opuestas que van en direcciones distintas. La explosión de las motos en las ciudades colombianas es un fenómeno no exclusivo, pero no existe en otras ciudades latinoamericanas. Es un reto muy grande. Hay muchas ciudades de la costa atlántica y del centro del país donde las motocicletas han matado a los buses y los servicios de transporte público. Hay que seguir con mucha fuerza promoviendo y desarrollando e incrementando las rutas de transporte público y los sistemas de transporte público.

Medellín debe tener una red mucho más robusta sobre esto. En el mundo hay soluciones en donde se desincentiva el uso del vehículo, pero tiene que haber alternativas igual o más cómodas de transporte público para hacerlo, si no las tenemos no se puede hacer. Pero la movilidad en el futuro cercano va a cambiar mucho. En 15 o 20 años, voy a decir algo que no sé si va a sonar extraño, pero tengo la convicción de que las calles y las autopistas se van a vaciar mucho. Las nuevas tecnologías están implementando en el mundo una gran cantidad de herramientas que harán mucho más eficiente el uso de los vehículos y la movilidad. Plataformas de colaboración, automóviles autónomos, vamos a vivir más remotamente y también con una vida más próxima. No se van a necesitar semáforos, los carros autónomos se van a interconectar entre ellos, se va a reducir la accidentalidad, se va a aumentar la eficiencia de los cruces de las vías, no vas a necesitar grandes zonas de parqueaderos en la universidades o en los supermercados porque los carros no tienen que estar esperando. Por eso cuando me dicen que van a construir un puente o un intercambio vial de no sé cuántos miles de millones de pesos yo digo, pero si en 15 años va a quedar obsoleto”.

Hablan en el libro que acaban de publicar, Ciudad sin Muros, que el cerramiento a la plazuela Botero fue un enorme retroceso. ¿Qué aprendizaje nos quedó?

“En ese momento de violencia tan crítico en los 90 en la ciudad perdimos el espacio público, en muchas zonas perdimos la posibilidad de encontrarnos en las calles. El reto en Medellín en esa época era cómo multiplicamos los puntos de encuentro, cómo hacemos y multiplicamos las zonas de vida de la ciudad, cómo rompemos los cerramientos. El libro no trata de vender un modelo ni un momento, sino hacer una serie de reflexiones de personas que participamos durante varios años en algunos gobiernos de Medellín sobre estos procesos urbanos. Pero en el fondo, por lo que Medellín ha tenido más éxito a nivel internacional es porque ha tenido un trabajo consistente de hacer una ciudad sin muros, hacer una ciudad más completa. La invisibilidad es uno de los problemas estructurales que tenemos nosotros. Es muy doloroso que se llegue a una concepción de que tenemos que volver a encerrar los espacios, lo que requiere una política pública más integral, un tema social, hay un tema de incrementar con un trabajo más continuo, desde los planes de ordenamiento, pero también de movilizar una actividad económica. Hay que incrementar la vida en estos espacios”.

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