<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
x
language COL arrow_drop_down

Un emprendimiento de Medellín ganó fondos para electrificar una escuela indígena

Se trata de BATx, que consiguió los recursos en Roma a través de un congreso de las Naciones Unidas que buscaba soluciones climáticas.

  • El equipo de BATx. De izquiera a derecha: Alejandro Camargo, Andrés Felipe Ramírez, Camilo Villada, Sebastián Serna, Emmanuel Garay y Pablo Castellanos. Foto: cortesía.
    El equipo de BATx. De izquiera a derecha: Alejandro Camargo, Andrés Felipe Ramírez, Camilo Villada, Sebastián Serna, Emmanuel Garay y Pablo Castellanos. Foto: cortesía.
13 de noviembre de 2023
bookmark

Hace un par de meses Naciones Unidas convocó abiertamente un congreso de juventudes en Roma enfocado a buscar soluciones a la crisis climática en países en vía de desarrollo, entonces, BATx, un pequeño emprendimiento que surgió en Medellín en el 2020 se lanzó de cabeza a la convocatoria, y fue aceptado.

Se habían establecido legalmente en 2020 pero lo hicieron luego de muchos años de investigación, pues desde hacía mucho tiempo Pablo Castellanos Ramelli, abogado y politólogo, y Alejandro Camargo, ingeniero físico y profesional en finanzas, ambos de la Universidad Eafit, tenían la intuición de que en las baterías descartadas se estaban echando a perder recursos y de que su capacidad de almacenar energía podría ser aprovechada en otros usos.

“Ya existía literatura académica que respaldaba esta posibilidad. La cuestión más importante era cómo crear los procedimientos y equipos para determinar con precisión el potencial que una batería tiene para ser reutilizada y que eso pueda ser escalado a una producción. Pusimos nuestras hipótesis a prueba con varios estudios mientras estábamos en la universidad, uno de ellos nuestra tesis de grado, y cuando logramos resultados concluyentes y generamos interés en varias empresas que vieron potencial en este tipo de servicios decidimos constituirnos”, explica Pablo.

Después de eso el equipo creció y a Pablo y a Alejandro se le sumaron otros cuatro estudiantes de ingeniería: tres del ITM y uno de la Universidad de Antioquia, y un investigador PhD, que en su conjunto hacen que el emprendimiento funcione, pero, ¿cómo lo hacen?

Resulta que las baterías de vehículos eléctricos pertenecen a una familia de baterías conocidas como iones de litio, una tecnología que permite que tengan la capacidad de cargarse y descargarse, a diferencia de las pilas AA o las baterías plomo ácido que se usan en los autos a combustión, eso por un lado, por el otro, la versatilidad del ion-litio hace que sean perfectas para todo tipo de uso, para celulares, computadores, bicis eléctricas, almacenamiento estacionario, autos eléctricos, entre otros, con la particularidad de que siempre es la misma tecnología entre una aplicación y otra, solo cambian sus dimensiones y configuración. Así que BATx se concentró en las baterías de movilidad porque cumplen dos características importantes: son ampliamente disponibles (su uso en bicis y autos seguirá creciendo) y pueden almacenar cantidades de energía considerables, o sea, lo que hacen es reconfigurarlas y emplear sus capacidades de almacenamiento para un uso menos exigente que la movilidad, y en ese nuevo uso, los clientes le dan a las baterías una vida útil ya que en ellas se almacenan energías renovables, reducen la necesidad de fabricar nuevas y obtienen a cambio un rendimiento igual o mayor al de las demás que se encuentra en el mercado.

Pero el proyecto con el que se presentaron al congreso de juventudes va más allá. “A Roma llevamos la propuesta de emplear nuestras baterías para la electrificación rural de escuelas, particularmente de escuelas indígenas, ya que queremos que nuestra tecnología ayude acelerar la transición energética en el país y mejore la calidad de vida de todos, especialmente de quienes no tienen acceso a energía. Es decir, que nuestro impacto ambiental positivo se correlacione en igual medida a un impacto social”, cuenta, entusiasmado, Pablo.

Una vez allí participaron en talleres de formación con instituciones como UNICEF, Connect4Climate y Sustainable Energy for All, al lado de otros proyectos colombianos, pues también fueron seleccionados Lorenzo Hernández, de Bogotá, con el proyecto Agroco de seguridad alimentaria con cultivos hidropónicos y Federico Pérez, de Medellín, quien trabaja en la restauración de ecosistemas en su proyecto Selvitas.

Sin embargo, al final del evento, el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas y el Ministerio de Ambiente de Italia escogieron entre los 100 participantes a 40 para recibir fondos y formación que les permita crecer como líderes ambientales y materializar el proyecto propuesto, y solo la propuesta de BATx recibió financiamiento: “A lo largo del 2024 vamos a electrificar una escuela rural indígena”.

Nátaly Londoño Laura

Periodista de medio ambiente de EL COLOMBIANO. En sus ratos libres se dedica a la lectura, al quehacer dibujístico y a la maternidad de gatos.

Te puede interesar

Hechos de talento
El empleo que busca en Antioquia está a un clic

Las más leídas

Te recomendamos

Regístrate al newsletter

Acepto el tratamiento y uso del dato Personal por parte del Grupo EL COLOMBIANO*