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La ministra de Minas, Irene Vélez, dijo en una rueda de prensa que el Fondo de Estabilización del Precio de los Combustibles era muy alto y al ser insistentemente cuestionada por los periodistas reveló una cifra: 10.000 billones de pesos. En ese momento la funcionaria no cayó en cuenta de su error ni los periodistas le advirtieron. Era imposible una cifra como esas, pues el Presupuesto General de la Nación apenas es de 352 billones de pesos. Seguramente la ministra quería expresar que el déficit ascendía a unos $10 billones.
Pero no solo Vélez se confunde con las cifras altas, el lunes mientras el Gobierno acordaba con un grupo de congresistas el monto del Presupuesto General de la Nación varios funcionarios salieron con algunas perlas.
Mauricio Lizcano, director del Departamento Administrativo de la Presidencia, trinó: “El mayor incremento en el presupuesto general de la nación en 2023 será en Agricultura, educación (infraestructura y gratuidad), Salud (modelo preventivo e infraestructura) Paz Total y Agua potable y saneamiento básico. Total de la adición 14.146 billones”. Se refería a una adición de 14,1 billones de pesos.
Y el congresista Gustavo Bolívar, del Pacto Histórico, dio así la noticia en Twitter: “Se adicionarán 14.3 billones al presupuesto nacional. De modo que el monto pasará de 391.4 billones a 405.7 billones. Para destacar el aumento del 100% en el presupuesto de agricultura que pasará de 2.060 billones a 4.060 billones. La Reforma Agraria será una realidad”.
En realidad el presupuesto de la cartera de agro será de $4 billones y no de $2 billones.
Las cifras grandes no son un problema solo de los políticos y funcionarios actuales, empresarios de la talla de Jaime Gilinski también caen en ellos. Recientemente, en una Asamblea del Grupo Sura, el banquero caleño aseguró que: “el impacto material de los acuerdos con los socios estaría entre $3.000 a $4.000 millones dependiendo del momento y del valor, son casi 800 millones de dólares”. Si son 800 millones de dólares entonces Gilinski hablaba de 3 o 4 billones de pesos.
¿Por qué nos confundimos con las cifras altas?
Son varias las razones por las que se facilita la confusión con las cantidades de dinero, en especial cuando estas son muy altas, es más fácil confundirse al hablar de 10.000 millones de pesos o de $10 billones que al referirse 10 mil pesos o $10 millones, pues estas últimas son cifras más cercanas para todos.
También pesa, como seguramente ocurrió en el caso de Gilinski, la traducción desde el inglés. Los dólares en inglés no tienen miles de millones, sino que de 999 millones de dólares pasan a 1 billón de dólares, así que poner los miles si se está acostumbrado a hablar de dólares puede ser complicado para algunos.
Así mismo, como dijo el senador Bolívar, pueden existir problemas a la hora de interpretar puntos y comas como unidades de mil o decimales, ya que dependiendo del documento o del idioma en el que venga puede presentarse de uno u otro modo.
Y podría decirse que existe cierta dificultad para identificar en qué tipo de cifras está basada una información como un presupuesto, una presentación o una infografía, y se pueden crear confusiones, por eso la recomendación es siempre revisar bien en qué tipo de unidades de valor está la información.
Mauricio López, profesor de Macroeconomía de la Universidad de Antioquia, explicó que “en Colombia, las cifras económicas son cada vez más complejas en la medida en que los datos son muy grandes, hablamos de miles de millones de pesos y de billones de pesos. Tantos ceros, tantas cifras, hacen que contablemente se presenten dificultades, se crean confusiones y es más fácil caer en errores”.
Ante esta situación, continuó el profesor, “se ha discutido sobre la posibilidad de eliminar tres ceros de nuestra moneda, lo cual podría ayudar o facilitar el manejo de los datos. Para quienes están acostumbrados, manejan grandes presupuestos, o analizan los datos periódicamente, es fácil tratar los temas sin errores, pero para quienes no tienen esa costumbre, si es más complejo”.
Soy periodista egresada de la Universidad de Antioquia. Mi primera entrevista se la hice a mi padre y, desde entonces, no he parado de preguntar.