viernes
7 y 9
7 y 9
En julio, 4,15 millones de personas perdieron su ocupación. Así lo registraron las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), en las que también se cuantificaron 17,98 millones de personas que trabajaron al menos una hora remunerada o no, o simplemente, reportaron tener un empleo. El dato significó 18,8 % menos que en 2019.
Esta destrucción de trabajo se dio más en las áreas urbanas, de hecho, 2,4 millones de personas dejaron de estar ocupadas en las 13 principales ciudades del país y sus áreas metropolitanas, contribuyeron a 11,1 puntos a la desaceleración total en los puestos de trabajo.
Juan Daniel Oviedo, director del Dane, alertó que la política pública debería encaminarse a proporcionar un mejor camino a las mujeres, pues la pérdida laboral aquejó más a las personas de este género. “Por cada hombre que salió en julio de la población ocupada, lo hicieron dos mujeres, lo que no se había visto en los meses de la pandemia, esto asociado a sectores económicos protagonistas en la pérdida de ocupación”, dijo.
Así, de los 4,15 millones de personas que dejaron de estar vinculadas a un trabajo, 2,5 millones fueron mujeres y 1,59 millones hombres; y de ellas, las más afectadas fueron las que estaban en un rango de edad entre 25 y 54 años (1,67 millones).
La brecha de género siguió ampliándose si se tiene en cuenta que hace un año la diferencia era de 5 puntos, con un desempleo en hombres de 8,6 % y de mujeres de 13,6 %; que en julio de 2020 subió a 10 puntos porcentuales, de 16,2 % versus 26,2 %.
Además, Oviedo aseguró que la política pública debería mirar con cuidado las unidades productivas afectadas, debido a que 2,4 millones de personas estaban asociadas a empresas con menos de diez empleados, teniendo mayor impacto el comercio y reparación de vehículos (655.000 personas) y las actividades artísticas y de recreación (610.000 personas).
Para Iván Jaramillo Jassir, miembro del Observatorio de Mercado Laboral de la Universidad del Rosario, “esto es una profundización del problema estructural del empleo antes de la pandemia, pues países como Chile y México han tenido una afectación menor, porque antes de la crisis estaban menos expuestos”.
Al preguntarle a Maribel Castillo, directora de la carrera de Economía de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, cuáles serían las recomendaciones, sostuvo que en el corto plazo debe darse el rápido retorno de los niños a jardines y colegios, pues parece que se están haciendo negociaciones en los hogares en detrimento de la situación laboral de la mujer, la afectación toca también a las mujeres del servicio doméstico.
En el mediano plazo, sugiere Castillo que se deben “implementar políticas de reactivación que involucren el género”, y cuestionó que se ha enredado el decreto que daba recursos al emprendimiento femenino en un patrimonio autónomo.
Es necesario, dijo Jaramillo, que se “profundicen políticas como los subsidios a las nóminas, ojalá se complementaran para incentivar la contratación de grupos poblacionales especialmente vulnerables como mujeres, jóvenes, personas con discapacidad y con mayores dificultades de encontrar un trabajo”.
Incluso, se debe pensar en implementar políticas pasivas y activas de trabajo, afirmó Jaramillo, “que se incentive que la gente transite hacia empleos formales con formación, mejores oportunidades y con un seguro de desempleo, que reduzca las posibibilidades de subempleo, es decir que la gente termine empleándose en cualquier cosa”.
La clave, según Jesús Botero, profesor de Eafit, está “en el diseño de políticas de largo plazo para apalancar el crecimiento de las empresas, posicionarnos de nuevo en el mundo, aprovechar el espacio que se abre en las cadenas de valor, por las rupturas entre Estados Unidos y China, ser capaces de atraer inversión externa y que se consoliden nuevas empresas”.
En el entretanto, Botero asegura que hay que fortalecer el asistencialismo. Los expertos coinciden en que la reactivación aportará al empleo, pero es un proceso que tomará tiempo.
Pese a estas alternativas, el balance es preocupante, según lo expresó el gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría, quién sostuvo que el resultado no es muy distinto a las expectativas del Emisor, “lo peor ya pasó y se seguirán viendo cifras menos malas a las del segundo trimestre del año (...) Esperamos que el desempleo esté entre 16,5 % y 19 %, menores que el 20 % o 24 % que muestran las mediciones, pero ese es un problema complicado”.