El déficit fiscal de Colombia no puede aliviarse solo con una reforma fiscal que mejore el recaudo, ni tampoco se puede fomentar una cultura del ahorro entre la gente porque provenga de una iniciativa gubernamental.
Elementos de este tipo fueron tenidos en cuenta por el Banco Mundial en su más reciente informe llamado “Mente, sociedad y conducta”, en el que se concluye que al individuo no se le tiene en cuenta antes de formular políticas económicas.
Anna Fruttero, economista senior del Banco Mundial, que hizo parte de esta investigación que tardó un año, habló con EL COLOMBIANO para decir que el principal mensaje es que se necesita entender la conducta del grupo de impacto durante el desarrollo de políticas públicas para que sean eficientes e incluso, tengan un mayor beneficio social como puede ser el ahorro.
Es más teórico el informe, pero qué es lo que significa..
“Miramos aspectos que no son tenidos en cuenta por los modelos económicos actuales, los cuales hacen simplificaciones y excluyen evidencias que vienen de la economía del comportamiento, las cuales explican el por qué los individuos se comportan de determinada forma y terminan siendo reactivos ante una política pública. En el diseño de esta es donde se debe tener en cuenta el comportamiento para ser eficiente”.
¿Cuáles son los hallazgos?
“Tenemos tres elementos, el primero es el pensamiento automático. Los recursos son limitados y el ser humano toma decisiones que a veces no son deliberativas, no analizan costos ni beneficios sino que actúa de forma automática. Muchas de las decisiones de cada día las tomamos sin pensar, sin saber si pueden estar bien o no. Esto produce algunos sesgos. En el caso del ahorro, la iniciativa puede resultar equivocada en el largo plazo porque en una sociedad con dificultades y necesidades insatisfechas el que le hablen de ahorro, termina siendo contraproducente. Esto también ocurre con la pensión, cuando se habla de formalización y de más garantías para la época de retiro”.
También habla de lo social...
“Claro porque los individuos vivimos en una sociedad, donde termina habiendo un efecto de los otros sobre el comportamiento de las personas. Ese es el segundo pensamiento. El qué dirán o la presión social son claves. Esto nos da paso para el tercer pensamiento que es el modelo mental, que toma la información, la interpreta con base en códigos, estereotipos y la misma cultura. Por eso los cambios de conducta pueden generar tendencias de ahorro o no”.
¿Pero cómo se logra canalizar lo mental?
“Un ejemplo de ello en algunos países son las novelas, donde se mandan mensajes de inclusión financiera dentro de la historia, o frente al control natal, por ejemplo. Termina habiendo un impacto positivo en el mensaje. En el caso contrario, el tema de las sanciones terminaría ejerciendo un papel negativo en el objetivo que se quiere”.
¿Hay cifras de impacto con este estudio?
“Todavía es prematuro hablar de los efectos que tenga en el PIB de un país. Lo que sí tenemos claro es que será positivo el tener en cuenta estos elementos de conducta de los individuos. Por ejemplo, los niveles de estrés de una sociedad terminan afectando la estabilidad de las personas por una mala política pública. Puede que el aumento de la carga tributaria en un país termine con un efecto negativo en la creación de nuevas empresas, esto si no se tiene en cuenta a la gente ni su comportamiento a la hora de elaborar la política pública”.