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La economía de China creció más rápido que lo previsto en el segundo trimestre, luego de que la producción industrial y el consumo se recuperaron y la inversión se mantuvo fuerte, aunque los analistas esperan una expansión más débil el resto del año.
El producto interno bruto (PIB) creció 6,9 % en el segundo trimestre frente a igual periodo de 2016, el mismo ritmo que anotó entre enero y marzo, dijo ayer la Oficina Nacional de Estadísticas del gigante asiático. Los analistas encuestados por Reuters esperaban que la economía se expandiera 6,8 % entre abril y junio.
El crecimiento del PIB chino ha superado las expectativas este año gracias a un rebote de las exportaciones y por un sector construcción sólido, aunque muchos analistas esperan que la segunda mayor economía del mundo pierda impulso más tarde en 2017.
“En general, la economía siguió mostrando un progreso constante en el primer semestre (...), pero la inestabilidad y las incertidumbres internacionales siguen siendo relativamente grandes y sigue la acumulación interna de desequilibrios estructurales a largo plazo”, dijo la Agencia de Estadísticas en un comunicado con los datos.
El Gobierno chino está apuntando a un crecimiento de alrededor de 6,5 % este año, menor al 6,7 % del año pasado, que fue su ritmo más débil en 26 años.
Entre tanto, las ventas del comercio subieron 11 % en junio frente al mismo mes de 2016, su ritmo más rápido desde diciembre del 2015 y arriba de las expectativas (10,6 %).
La producción industrial china se expandió 7,6 % en junio respecto al mismo mes del año anterior, su ritmo más acelerado en tres meses. Entre tanto, la producción de acero se incrementó 5,7 % el mes pasado, a un máximo histórico de 73,23 millones de toneladas.
De otro lado, la inversión en activos fijos se incrementó 8,6 % en los primeros seis meses del año, en ambos casos superando los pronósticos.
En ese sentido, el presidente chino, Xi-Jinping, dijo ayer a la radio estatal que se acelerará la apertura del mercado y despejará obstáculos administrativos para alentar la inversión extranjera, además de activar con mayor rapidez la regulación financiera que permita eliminar riesgos locales.
Las empresas extranjeras se quejan de la prohibición de ingresar en sectores estratégicamente y del requisito de que tengan participación minoritaria bajo la forma de emprendimiento conjunto con firmas locales en los sectores en que se les permite entrar.