La angustia de que las aguas residuales de la minería contaminen los ecosistemas, de que las fuentes hídricas se sequen por el uso que se realiza en esta actividad, así como que la salud de la sociedad asentada en los entornos mineros se vea afectada por materiales tóxicos y sin tratamiento, es lo que ha empañado el buen recibo de este sector en el país.
Por eso, 18 autores, con la articulación de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario, entregaron al país el libro Mitos y realidades de la minería aurífera, para divulgar el análisis de las externalidades positivas que deja la actividad bien hecha y formal, así como la de pequeños mineros que caminan hacia este tránsito, y desligar estas actuaciones de la extracción ilegal, usualmente vinculada, protegida y promovida por grupos al margen de la ley.
“El daño irremediable y fatal e inexcusable sobre la minería, y que es nociva para la salud, el agua y la economía es una apreciación errada y no podemos comparar una operación minera formal, pequeña o grande, a la explotación ilícita de minerales, que causa competencia desleal, daña el ambiente y está usualmente amparada por grupos irregulares”, afirmó el geólogo Eduardo Chaparro.
Relevancia económica
Carolina Rojas, viceministra de Minas, aseguró que este sector significa el empleo de al menos 350.000 personas (directos e indirectos), el aporte es del 2 % del PIB, y “tiene una oportunidad de ser fundamental para la recuperación sostenible de Colombia”. Hoy menos del 5 % del suelo está titulado.
Sobre el segmento aurífero dice que tiene mayor “proyección (oro) porque tiene como característica ser activo de reserva, y en momentos de crisis aumenta su precio, a veces ha superado 2.000 dólares la onza, 30 % más alto al año pasado y el más alto en los últimos 10 años”.
De hecho, esta cartera prevé la realización de nueve proyectos, que trascienden al oro e incluyen cobre y carbón, con los que se estima la generación de 12.000 empleos, 4.000 millones de dólares por inversión extranjera directa, 60 millones de dólares por regalías al año y al menos 500 millones de dólares adicionales por exportaciones a 2030.
La importancia, dijo la viceministra, llega también por el aporte en regalías, y referenciando al Departamento Nacional de Planeación, asegura que estos recursos de las actividades extractivas, han aportado con 17 % de la reducción de la pobreza, en diez años; por lo que es relevante su continuidad.
En Antioquia el oro es clave, si se tiene en cuenta que de las 36 toneladas que se producen en el país al año, al menos 20 tienen este origen, según informó el Secretario de Minas de la Gobernación, Jorge Jaramillo.
Entre los proyectos estratégicos está próximo el de Zijin Mining, en Buriticá —inicialmente de Continental Gold, que fue adquirido por 1.400 millones de dólares canadienses—, que aportará “280.000 onzas al año, es decir, 9 toneladas, lo que incrementará 45 % la producción del departamento”, dijo Jaramillo.
Pero hay retos. No se puede desconocer que el 65 % de la producción de oro proviene de pequeños mineros “ahí hay mucho trabajo por hacer”, señaló Jaramillo.
El plan trazado por el Gobierno incluye la formalización de 27.000 personas vinculadas a esta actividad para el cuatrienio y en el camino van 12.000. Este tránsito implicará que sin importar el tamaño la minería pueda ejercerse protegiendo el medioambiente y la salud de los ciudadanos.
El medioambiente
El agua es el recurso principal que se busca proteger en la minería legal, de la contaminación y conservar flujo. Osvaldo Ordóñez, profesor de Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Medellín, sostiene que esta actividad ha cambiado en cien años, se ha tecnificado y ha logrado hacerse se manera sostenible; mientras en la ilegalidad no hay garantía de esto. El docente ejemplifica que “si una quebrada tiene 10 metros cúbicos por segundo, la mina tomará 0,5, son valores por debajo del 3 % o el 5 % de lo que es el volumen de agua en la zona”.
Incluso, sobre la contaminación de las fuentes, el geólogo Juan Pablo Salazar, agregó que “es claro que el drenaje de minas de oro es un problema, que hay que tener cuidado, pero las revisiones de empresas en Colombia formales y proyectos importantes como Segovia, Buriticá, lo que se propone en Jericó, plantean sistemas de tratamiento que evitan que estos drenajes contaminen fuentes de agua”.
Salazar agregó que es clave que “las compañías tengan un sistema de tratamiento y medir su efectividad a través de intensos programas de monitoreo y análisis de resultados con el fin de verificar el cumplimiento legal”.
En las minas subterráneas, Ordóñez agregó que se pueden dar fracturas o filtros, pero para esto hay profesionales que logran impermeabilizarlos: “La afectación se da, pero con cosas muy tratables, eso está reglamentado y si hay alguna fuga los ingenieros van con equipos a solucionarlo”.
¿Qué pasa con los páramos? Leonardo Guiza, profesor de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario, sostiene que en Colombia está prohibida la realización de actividades como minería y agricultura en estos espacios (ver ¿Cómo funciona?).
“Manifestaciones para con proteger los páramos como si no existiera la legislación, dar una protección internacional es, tal vez, es un desgaste para las instituciones, lo que se debe hacer es cumplir con lo que existe frente a la delimitación, a la zonificación, en el trabajo con las comunidades para buscar alternativas de sustento”.
2 %
del PIB aporta la minería en Colombia aseguró la viceministra de Minas.