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En el proyecto de Ley de Solidaridad Sostenible, el cual contiene una reforma fiscal que será discutida por el Congreso, una de las inquietudes que surge en redes sociales está asociada a una eventual propuesta para aplicar un impuesto a las bebidas azucaradas.
En la iniciativa radicada el jueves pasado por el Ministerio de Hacienda no se contempla la idea, y de hecho, el jefe de esa cartera, Alberto Carrasquilla, reconoció que en el debate que tendrá el proyecto en el legislativo podría surgir esa discusión.
Pero, si en Colombia se aplicara un gravamen a las bebidas azucaradas durante los próximos 25 años, se evitarían 287.671 nuevos casos de enfermedades crónicas no transmisibles como obesidad o diabetes, por ejemplo, 195.385 casos prevalentes de estas patologías y 21.237 muertes asociadas.
Así lo planteó Alex Duván Romero, magíster en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia (Unal), quien estimó el impacto que un impuesto a las bebidas azucaradas tendría para el sistema de salud en el país.
Según el economista, en términos económicos un impuesto del 24 % a las bebidas azucaradas generaría un recaudo total de recursos por 99,6 billones de pesos.
Citado por la Agencia de Noticias de la Unal, Romero indicó que dada la variación en las tasas de morbilidad de la población, se tendría un ahorro en el sistema de salud por 31 billones de pesos, por lo que su implementación tendría un efecto económico neto para el país de 130 billones de pesos en un cuarto de siglo.
Para su trabajo, el investigador utilizó un modelo de costo-efectividad e incluyó dos fuentes de información: la cantidad de bebidas azucaradas consumidas en el país y el número de personas que se están enfermando. Esto teniendo en cuenta aquellas enfermedades asociadas con el consumo: obesidad, sobrepeso, diabetes mellitus tipo 2, enfermedades isquémicas del corazón, accidente cerebrovascular, hipertensión, osteoartritis y diversos tipos de cáncer.
No obstante, el ministro Carrasquilla fue consultado el jueves por este tema y respondió: “El presidente (Iván Duque) tiene mucho escepticismo sobre la bondad de este impuesto, yo mismo no estoy seguro de que este impuesto tenga los efectos sobre las externalidades en la salud de la ciudadanía. Pero, por supuesto, estamos totalmente dispuestos a ese debate que se ha dado en muchos países”.
Pese a los argumentos del funcionario, vale anotar que hace 10 días la Organización Panamericana de la Salud (OPS) publicó el texto “La tributación de las bebidas azucaradas en la Región de las Américas”, en el cual se concluye que los impuestos selectivos sobre las bebidas azucaradas representan una política eficaz y basada en la evidencia para prevenir las Enfermedades No Transmisibles (ENT).
“Junto con los impuestos selectivos sobre los productos tabacaleros y sobre las bebidas alcohólicas, constituyen una herramienta para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y la Organización Mundial de la Salud los recomienda para modificar los factores de riesgo comportamentales vinculados con la obesidad y las ENT”.
El documento de 65 páginas sostiene que los impuestos sobre las bebidas azucaradas representan una ganancia triple para los gobiernos, puesto que: mejoran la salud de la población, generan ingresos y pueden reducir a largo plazo los correspondientes costos de atención de salud y pérdidas de productividad.
También se indica que la tributación de las bebidas azucaradas se ha puesto en marcha en más de 73 países de todo el mundo. En la región de las Américas, 21 estados miembros de la OPS aplican impuestos selectivos a nivel nacional sobre dichas bebidas y siete jurisdicciones de Estados Unidos de América las gravan con impuestos locales. Si bien el número de países que aplican impuestos selectivos nacionales sobre las bebidas azucaradas en la región es prometedor, la mayoría de esos impuestos se podría ampliar para mejorar su incidencia en el consumo de bebidas azucaradas y en la salud.