Trabajar en el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes de Medellín a través de la innovación es uno de los objetivos que dio origen a la Corporación Ruta N en 2009. En ese entonces, el presupuesto que se invertía en el desarrollo de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTeI) era el 0,7 % del PIB de la capital antioqueña. Gracias a la labor de esta entidad al articular diversos sectores empresariales, universitarios y públicos, poniendo en el centro el conocimiento, ese monto pasó a ser más relevante y ahora es de 2,27 % del PIB, lo que equivale a 1,4 billones de pesos.
En diálogo con EL COLOMBIANO, Alejandro Franco, director de Ruta N, destacó cómo ha sido este camino que ha posicionado a Medellín como una de las capitales para la Cuarta Revolución Industrial y centro estratégico para la apropiación de las tecnologías más avanzadas para incorporarlas en las actividades del sector productivo. En estos diez años han logrado atraer la inversión de más de 333 empresas de 32 países, generando más de 8.500 empleos.
¿De dónde surgió la idea de crear Ruta N?
“Las ciudades tienen un reto enorme: planear su futuro. Hace diez años nos encontrábamos con un desafío grande frente a la apertura y globalización de los mercados. Allí lo importante era cómo repensar el tema de crecimiento de ciudad, teniendo en cuenta que no somos la capital y que teníamos una economía muy apegada a lo industrial, era muy tradicional. Así no íbamos a ser más competitivos en el largo plazo. A partir de reflexiones de ciudad, en acercamientos con Universidad-Empresa-Estado, empezamos a pensar qué hacer distinto, cómo inyectarle a nuestra economía. Entonces, cambiamos la gasolina por uranio reforzado, que fue apostarle al CTeI”.
¿Qué sectores priorizaron para impulsar su crecimiento con CTeI?
“Empezamos a trabajar sobre un plan que privilegió un crecimiento del sector de la Tecnología, Información y Comunicaciones (TIC), energía y salud. Lo más bonito que uno ve de ahí es que estos diez años permitieron una alianza público privada y académica importante, que se tradujo en lo que hoy conocemos como el Comité Universidad-Empresa-Estado, que permitió la consolidación de una institución como Ruta N, que propende por articular esos tres actores con el fin de lograr una mayor inversión en esas actividades sobre el PIB. Eso se traduce en mayor empleo, competitividad y productividad para las empresas y en entender cómo solucionar retos o problemáticas de ciudad con CTeI”.
¿Cómo se pueden solucionar problemas con innovación?
“Toda esa dinámica nos permite atraer más empresas, capital y talento. Entonces, es muy grato tener la oportunidad de celebrar un proceso de transformación de una economía tradicional a una que basa su desarrollo en el conocimiento. El propósito superior es contribuir al mejoramiento de la calidad de vidaI.
La innovación tiene que ser ese motor del desarrollo económico y social y que lo hacemos a través de tres grandes palancas: atraer capital, talento y empresas a la ciudad, así desarrollamos el tejido empresarial y aportamos a resolver grandes problemáticas de la ciudad”.
¿Cómo podría medirse la participación empresarial?
“Con el Gran Pacto por la Innovación. Empezamos con 400 firmantes, hoy ya son casi 4.900 que ha priorizado a la innovación en el centro de sus esfuerzos como empresas, de apoyarla a través de inversiones específicas y que esperan de ellas nuevos productos, servicios o modelos de negocios para seguir creciendo. Entonces ahí está gran parte del secreto de lo que hemos logrado hacer: comprometer al sector privado, llámese empresas o universidades, a invertir en actividades de CTeI. Antes los aportes para el desarrollo de CTeI en la ciudad provenían en un 30 % de privados y 70 % del sector público. Ahora ya vamos más o menos en un 60 % privado, 40 % público”.
¿Por qué es tan importante la inversión de los privados?