La meta ambiciosa de la organización Global Reporting Initiative (GRI) para Colombia es que unas 40.000 pequeñas y medianas empresas (pymes) se comprometan con el desarrollo de reportes de sostenibilidad, y que con ello puedan fortalecer su relación con los clientes, compradores y grupos de interés.
Así lo plantea, Andrea Pradilla, directora del GRI para Hispanoamérica, quien explica que Colombia, junto a Ghana, Sudáfrica, Vietnam, Indonesia y Perú, hace parte del Programa de Negocios Competitivos. En 2018, de la mano de empresas ancla y socios implementadores, 162 pymes arrancaron el proceso de reportar su desempeño de sostenibilidad GRI. La meta inicial es poder trabajar con unas 500 empresas e ir escalando a un número mayor (ver ¿Cómo funciona?).
El objetivo propuesto es bajo, si se tiene en cuenta que en el país hay por lo menos 1,5 millones de empresas formales...
“Tiene razón. En un país en el que el 90 % de las empresas son pequeñas o medianas, pues 400 o 500 es una escala baja, pero la posibilidad de crecimiento es toda, y es necesario explorar distintas maneras de aproximarse a todas ellas”.
¿Cómo atraerlas?
“Una fórmula sería por las empresas grandes. En la medida en que tengamos más compañías grandes conscientes de que la sostenibilidad empresarial tiene que trabajar las cadenas de suministros, necesariamente vamos a escalar. Esto no puede quedarse únicamente en las cuatro paredes de las fábricas, sino que tiene que trascender. Así, esto sería una demanda directa para el proveedor que viene de su cliente y cuando un cliente pide algo, ese es un motor poderoso. Otro elemento sería incluir un tema de incentivos desde la política pública. Por ejemplo, en el momento en que las agencias estatales tomen la decisión de incluir criterios ambientales y sociales relacionados con la transparencia en las compras, pues eso necesariamente va a escalar esos números, y ya no hablaremos de 400 sino de 40.000 pymes que verían en esos estímulos positivos las bondades de hacer una adopción de los criterios de sostenibilidad”.
¿Cuál es el interés por un reporte de sostenibilidad empresarial?
“Aquí es fundamental que las empresas entiendan que hay una serie de actores que tienen una expectativa legítima de cómo gestionan los temas de sostenibilidad. Están los medios de comunicación que han dado a conocer historias alrededor de las fábricas y la industria textil, poniendo su mirada en las cadenas de suministro de las empresas grandes. También procuramos que desde el sector financiero y de los mercados de capitales se reconozcan los esfuerzos ambientales y sociales empresariales”.
Y, ¿el ciudadano de a pie?
“Poder trabajar con la sociedad civil es esencial para que pueda tener una comprensión precisa de cómo es que se producen los bienes y los servicios que consume. Los consumidores son los dueños de la demanda, y hoy entre las generaciones más jóvenes la preferencia es por aquellas organizaciones que tienen historias con respecto a cómo producen, es decir están pidiendo información de los impactos ambientales y sociales”.
¿Se busca influir en la toma de decisiones?
“Queremos que la información ambiental y social empodere la toma de decisiones. Que a la hora de escoger entre varios productos, el consumidor reflexione, pues puede hallar un producto de precio bajo, pero que tiene unos impactos de esclavitud infantil. Eso es lo que nosotros realmente queremos desencadenar, es una toma de decisiones que involucre los criterios ambientales y sociales en el quehacer de las organizaciones”.
En cuanto a la receptividad tanto de la grande como de la mediana empresa, ¿qué perciben?
“Entre las grandes compañías siempre hemos sido muy populares, yo creo que ahí es donde más madurez hay con respecto a la aplicación de los estándares del GRI. También hemos logrado unos avances muy importantes en las pequeñas y medianas. Cuando el proyecto empezó yo le decía a la gente que íbamos a estar hablando con 400 pymes entonces se reían y decían que era imposible lograrlo, y menos en estándares GRI que son complejos. Pero, lo hemos logrado porque las empresas son conscientes de que algo está cambiando y que es necesario que ellos se monten en la idea del cambio”.
¿Cuál ha sido la estrategia para convencerlas?
“Hemos llevado las herramientas a nivel de pymes, sin perder el rigor estratégico que tiene trabajar con los estándares GRI, y la respuesta ha sido positiva, y eso es muy interesante verlo en un país en donde no existe obligatoriedad de hacer este tipo de reportes, como si lo hay en otros, entonces, pareciera que están mucho más movidos por el interés de hacer las cosas de manera sostenible”.
¿En qué sectores están esas pymes que están acogiendo las metodologías GRI?
“Hay de diversos sectores. Tenemos empresas ancla como Cementos Argos que ocupa pymes de servicios, están las Acesco en Barranquilla, las de Telefónica, Corona y Energy en Bogotá”.
En el largo plazo, ¿cómo avizora el modelo GRI?
“Imagino que Colombia a 2030 no va a tener empresas que se pregunten si reportan o no, sino que el reportar estará integrado en su quehacer, que sea como elaborar los estados financieros. Usted no se encuentra una pyme que dice ¿será o no será que hago balance? La idea es que las empresas maduren al punto de entender que la gestión de los aspectos ambientales, sociales y económicos es parte del éxito de una organización. Nuestra meta es la integración completa y que, ojalá, no tengamos que estar constantemente recordándole a la empresa la importancia de reportar. Nos imaginamos, además, un escenario donde esos esfuerzos del sector privado son reconocidos desde las políticas públicas” de.