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Descubren un feroz cocodrilo prehistórico en el sur de Argentina

El hallazgo de Kostensuchus atrox, un cocodrilo carnívoro que vivió hace 70 millones de años, aporta nuevas pistas sobre la extraordinaria diversidad de reptiles que habitaron la Patagonia poco antes de la extinción masiva del Cretácico.

  • Recreación científica del Kostensuchus atrox, el cocodrilo carnívoro que habitó la Patagonia hace 70 millones de años. FOTO cortesía Daniel Díaz Yanten
    Recreación científica del Kostensuchus atrox, el cocodrilo carnívoro que habitó la Patagonia hace 70 millones de años. FOTO cortesía Daniel Díaz Yanten
  • Cráneo fósil excepcionalmente preservado de Kostensuchus atrox, hallado en cercanías de El Calafate, Argentina. FOTO cortesía Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados
    Cráneo fósil excepcionalmente preservado de Kostensuchus atrox, hallado en cercanías de El Calafate, Argentina. FOTO cortesía Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados
  • Esqueleto casi completo de Kostensuchus atrox, cuya robusta mandíbula y cráneo corto revelan su rol como depredador tope en la Patagonia cretácica. FOTO cortesía Santiago Miner
    Esqueleto casi completo de Kostensuchus atrox, cuya robusta mandíbula y cráneo corto revelan su rol como depredador tope en la Patagonia cretácica. FOTO cortesía Santiago Miner
hace 12 horas
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El viento de la Patagonia, áspero y constante, azota desde hace millones de años esas mesetas que parecen no tener fin. En ese paisaje remoto, un equipo de paleontólogos encontró algo que parecía imposible: el cráneo completo y excepcionalmente preservado de un cocodrilo que vivió hace setenta millones de años, en los últimos momentos de la era de los dinosaurios. El hallazgo, realizado en cercanías de El Calafate, Santa Cruz, acaba de ser publicado en la revista científica PLOS One y suma una nueva pieza al rompecabezas de la vida perdida en el Cretácico.

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La nueva especie fue bautizada Kostensuchus atrox, un depredador que superaba los tres metros de largo y que portaba más de cincuenta dientes afilados, algunos de más de cinco centímetros. Su mordida, amplia y poderosa, estaba adaptada para desgarrar músculos y huesos, lo que lo convierte en uno de los grandes cazadores de su tiempo. Con un cráneo corto y robusto, muy distinto al de los cocodrilos actuales, se movía probablemente en ambientes más terrestres que acuáticos, acechando presas que incluían pequeños y medianos dinosaurios.

Cráneo fósil excepcionalmente preservado de<i> Kostensuchus atrox</i>, hallado en cercanías de El Calafate, Argentina. FOTO cortesía Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados
Cráneo fósil excepcionalmente preservado de Kostensuchus atrox, hallado en cercanías de El Calafate, Argentina. FOTO cortesía Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados

El Explorador de National Geographic Diego Pol, parte del equipo internacional que lideró la investigación junto a colegas de Argentina y Japón, recuerda con precisión la expedición que dio origen al hallazgo. “La expedición tuvo lugar en marzo de 2020, en una zona remota del sur de la Patagonia argentina. El hallazgo se produjo al encontrar un bloque de roca que contenía partes del cráneo de un gran cocodrilo. El fósil estaba en un estado de preservación excepcional y resultó pertenecer a una especie completamente nueva: Kostensuchus atrox”, le explicó a EL COLOMBIANO. Tras dos años de trabajo minucioso en laboratorio, el material pudo estudiarse en detalle y confirmarse como un descubrimiento inédito.

La Patagonia ya era conocida por ser un laboratorio natural de fósiles únicos. En la misma región se han descrito en la última década especies como el dinosaurio Maip macrothorax, el titanosaurio Nullotitan glaciaris o pequeños mamíferos que convivieron con los grandes saurios. Kostensuchus atrox viene a ampliar esa diversidad, al demostrar que los cocodrilos de entonces no eran versiones tempranas de los actuales, sino un abanico mucho más amplio de formas, tamaños y modos de vida.

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“Este hallazgo muestra que durante el Cretácico los cocodrilos tenían una diversidad de formas y modos de vida mucho mayor que la que vemos hoy. Había especies acuáticas, terrestres, depredadoras e incluso herbívoras. Kostensuchus atrox, tan cerca del final del período, demuestra que esa diversidad seguía creciendo hasta los últimos momentos antes de la gran extinción”, señaló Pol.

El nombre del animal refleja tanto su ferocidad como el lugar que lo devolvió a la ciencia. “Kosten significa viento en lengua Aonikenk, un pueblo originario del sur de la Patagonia, y hace referencia a los fuertes vientos característicos de la región donde se encontró el fósil. Suchus proviene del griego, en referencia al dios egipcio con cabeza de cocodrilo, y atrox en latín significa feroz. El nombre completo puede traducirse como ‘el feroz cocodrilo del viento’”, explicó el investigador.

El descubrimiento no es solo taxonómico. También es un recordatorio de lo frágil que fue esa diversidad. Kostensuchus atrox convivió con dinosaurios y otros reptiles gigantes, pero desapareció en la misma ola de extinción que, hace 66 millones de años, borró de la Tierra a tres cuartas partes de las especies. De esa crisis global sobrevivieron solo algunas líneas de cocodrilos que dieron origen a los que hoy conocemos: menos variados, ligados al agua, con un rol ecológico restringido. En ese contraste se mide la magnitud de lo perdido.

Esqueleto casi completo de <i>Kostensuchus atrox</i>, cuya robusta mandíbula y cráneo corto revelan su rol como depredador tope en la Patagonia cretácica. FOTO cortesía Santiago Miner
Esqueleto casi completo de Kostensuchus atrox, cuya robusta mandíbula y cráneo corto revelan su rol como depredador tope en la Patagonia cretácica. FOTO cortesía Santiago Miner

Para la paleontología argentina, el hallazgo consolida un liderazgo que viene marcando la agenda internacional. La colaboración entre instituciones de Argentina y Japón, sumada al apoyo de la National Geographic Society, permitió no solo excavar y preparar el fósil, sino también compararlo con colecciones de otras regiones del mundo. Ese trabajo interdisciplinario evidenció que Kostensuchus atrox pertenece a la familia Peirosauridae, un linaje extinto que habitó Sudamérica y África y que ocupaba roles de depredadores terrestres.

El hallazgo, además, permite reflexionar sobre los patrones de extinción. Como recuerda Pol, el proyecto busca “ampliar la comprensión científica de los dinosaurios y los vertebrados que existieron en la Patagonia durante los últimos 15 millones de años del Cretácico, y ayudar a identificar patrones de extinción al final de ese período en América del Sur en relación con otras regiones del mundo”. Así que lo que se aprende de animales como Kostensuchus atrox no se queda en la vitrina de un museo: sirve para entender la dinámica de pérdida y resiliencia de las especies, un tema con resonancias claras en la crisis ambiental actual.

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