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Samuel Castro
Miembro de la Online Film Critics Society TW: @samuelescritor
En un momento de “Aves de presa” en el que Harley Quinn tiene las manos atadas y está a punto de ser asesinada por el villano de turno, decide enfrentarlo diciéndole que ahora no vaya a caer en el cliché de contarle sus planes macabros y cómo ella no está en ellos. Lo que no se le ocurrió a la guionista de la película es que esa misma actitud es ya un cliché, pues frases similares en situaciones calcadas se vienen usando desde hace décadas. Tal vez la situación resuma la esencia misma de este proyecto. Queriendo pasar por rebelde, está más preocupado por “aparentar” su progresismo que por construir una historia compleja y original; prefiere acumular personajes femeninos que darles buenos diálogos; escoge que los defectos de los personajes masculinos sean tan básicos y tan grotescos (sólo hay un hombre que no es un imbécil en la película, y es un matón arrepentido), que terminan caricaturizando lo que debería ser el tema central de la historia.
Para que nadie se atreva a dudar de la visión femenina detrás de “Aves de presa”, Margot Robbie, que también es la productora, le da el proyecto a una directora (Cathy Yan) y a una guionista (Christina Hodson). Lo que parece ser una coartada en lugar de un grupo creativo, resbala en sus intenciones desde el comienzo, cuando en un prólogo animado nos cuentan que todo lo que vamos a ver se debe a que el Joker ha abandonado a Quinn, añadiendo para que lo detestemos más, que nunca le daba crédito a ella por sus buenas ideas. ¿Si el personaje protagónico es una mujer empoderada, para qué definirla como la ex de alguien? ¿Qué sentido tiene que durante la mitad de la película Quinn esté despechada por el abandono de un hombre al que ni siquiera vemos? ¿No es eso, precisamente, menospreciar su autonomía? Era mucho más segura de sí misma e independiente la Harley Quinn ennoviada de “Escuadrón suicida” que esta “emancipada” de “Aves de presa”, que llora cuando se cambia el corte de pelo. Y si a eso le añadimos la simpleza del argumento y lo absolutamente básico de su desarrollo (tal vez estemos ante el robo de diamantes más pendejo de la historia del cine), lo que tenemos es, al contrario de lo que se buscaba, una trama que insulta la inteligencia del personaje y de sus espectadores, que demuestra que las que necesitaban emanciparse eran las neuronas de quienes crearon este desastre.
Han comparado en demasiadas reseñas a “Aves de presa” con “Deadpool”. El símil no viene al caso porque lo que en “Deadpool” era verdadero humor negro y sarcasmo ingenioso, aquí es pura imitación sin gracia, con un humor tan pobre, tan tonto, tan escaso, que uno se pregunta si no habría quedado mejor esta película escogiendo el camino de tomarse en serio. Pero no hay manera de saberlo. A lo mejor en las continuaciones consiguen acompañar la buena actuación de Robbie y ciertas secuencias de acción correctamente ejecutadas, con una trama medianamente inteligente y personajes secundarios interesantes, que tengan algo parecido a una personalidad propia.