Pico y Placa Medellín
viernes
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Mueve los dedos con rapidez sobre el requinto, como si fuera un niño con una golosina que está a punto de acabar. No mira las cuerdas, no porque sea un mal presagio, sino porque prefiere bailar. Sonríe, cierra los ojos y abre la boca grande para cantar. Su traje, un esmoquin elegante color oscuro con una corbata roja, su cabello está impecablemente peinado y su banda atrás lo acompaña. Él baila, mete su requinto entre las piernas y simula ser el jinete de un caballo que galopa en la trocha del folclor colombiano. Y él, rebelde y risueño, cambió un surco de la historia tropical y puso a bailar con un requinto rocanrolero a todo un país.
Torero y cantor, así el anhelo de su padre haya sido que su hijo fuera marinero, pero antes de entrar a la base...
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