Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
Por Diego Londoño
@Elfanfatal
Nuestra música nacional está llena de postales maravillosas e inolvidables. Muchas de ellas hacen parte del mainstream televisivo, radial, y otras, de los cariños verdaderos de fanáticos con corazones musicales emocionados. Algunas de ellas pueden ser recordadas por muchos de ustedes. La imagen de Juanes recibiendo el Person of the Year de manos de Lars Ulrich, baterista de Metallica en los premios Grammy; Totó la Momposina cantando en Estocolmo, Suecia, en la entrega del premio Nobel de Literatura a nuestro Gabriel García Márquez en 1982; Shakira triunfando con su Waka Waka en vivo en el mundial de fútbol de Sudáfrica en 2010; ver a Carlos Vives con sus pantalones cortos, su cabello largo y su juventud avasalladora en el video de La tierra del olvido en 1995, o ver a J Balvin en el Super Bowl 2020 al lado de Jennifer López.
Son muchos los momentos gloriosos que tenemos grabados en la retina y que recordamos con cariño. Trataré de abordar cada uno de ellos en las siguientes ediciones.
Un recuerdo
Por lo pronto, hablaré de uno de los que más marcó a una generación de rockeros que vieron en Aterciopelados y en Andrea Echeverri, un emblema que dictaba la posibilidad de vivir y hacer realidad el sueño del rocanrol.
Esta imagen de la que les hablo ocurrió en 1996 y empezó así:
“Vamos a invitar a una amiga, se llama Andrea, de Aterciopelados, y estuvimos compartiendo esta gira por Estados Unidos, el frío de Estados Unidos”.
Todo eso sucedía mientras una joven Andrea, con tan solo 31 años, con una pinta irreverente, oscura a excepción de sus zapatos rojos y de un gran corazón colgado en su pecho, su espalda descubierta, lentes enormes, su cabello a ras y una sonrisa nerviosa y feliz, se sentaba en un butaco alto al lado de Gustavo Adrián Cerati, Charly Alberti y Zeta Bosio, integrantes de Soda Stéreo.
Estaban en los estudios Post Edge de MTV en Miami, Estados Unidos, y vivían un momento histórico para el rock latinoamericano y evidentemente una postal sonora inolvidable para muchos de los fanáticos del rock colombiano y argentino. Allí, vivían lo que fue el Unplugged Soda Stereo llamado Comfort y música para volar, un proyecto al que la banda llegó luego de convencer a la cadena televisiva MTV de poder tocar con sus instrumentos enchufados, pero orquestando y modificando muchas de las versiones clásicas, para hacerlas más lentas y musicalmente más complejas.
Para cualquier colombiano amante del rock, presenciar este momento y tener a Andrea Echeverri allí, fue la reafirmación del poder de una agrupación como Aterciopelados y su influencia en el sonido continental. Además, que una banda colombiana, crecida en el under rock bogotano pudiera compartir el gran momento por el que pasaba Soda Stéreo, una de las agrupaciones más influyentes del rock en habla hispana en todos los tiempos.
Juntos, Soda y Andrea Echeverri interpretaron una de las canciones más representativas de la banda, En la ciudad de la furia, una canción oscura que nos planteaba la imagen de un humano alado, sobrevolando las terrazas desiertas de una ciudad inspiradora y brutalmente musical, Buenos Aires, Argentina.
La voz de Andrea, nuestra flor aterciopelada, brilló, sigue brillando y se convirtió en una de las imágenes de más orgullo de los rockeros en Colombia. Al final los aplausos, la sonrisa tímida y feliz de Andrea y su beso y abrazo a Gustavo, reafirmaron que todos vivíamos una época dorada que jamás olvidaremos.