No puede ser la delincuencia la que se imponga en la comuna 13, habitada por 130.000 personas, la mayoría gente trabajadora y cumplidora con todas sus obligaciones sociales. Es cierto que allí, por décadas, distintos combos y “familias” se han unido para delinquir y mantener a la población aterrorizada a través de extorsiones, asesinatos y desplazamientos. Tal dominio se tiene que acabar y en ello trabajan, de manera unida, la alcaldía y todos los organismos de seguridad de la ciudad. Los golpes policiales han sido certeros. Los criminales no pueden tener más espacio en la 13.
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