Sin escrúpulo alguno se sigue contaminando el río Medellín. El domingo se alertó sobre el vertimiento de un colorante azul, a la altura de Envigado. La mancha se extendió por varios kilómetros. Ayer otro infractor ambiental le cambió el color, en jurisdicción de Bello, al contaminarlo con un químico ocre, que igual se extendió kilómetros. Cuesta creerlo, pero pese a su degradación, el río es clave para la vida en el valle de Aburrá. Tiene grandes amigos dispuestos a defenderlo, pero también seres que parecen no entender que la muerte del río sería su propia ruina.
Pico y Placa Medellín
viernes
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