Las autoridades deben investigar las circunstancias que permitieron la fuga de la excongresista Aída Merlano. Si hay familiares involucrados, deben investigarlos. Otra cosa distinta es hacer de la captura de su hija un espectáculo, con violación a sus derechos fundamentales, al exhibirla esposada y distribuir las imágenes. El ridículo en el que quedaron las instituciones con la fuga no puede compensarse con esta clase de “desquites”. La justicia dirá qué responsabilidad cabe a la joven, pero las autoridades no pueden rebajarse a denigrar a la persona.
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