Con tres casas destruidas, cuatro seriamente afectadas y diez mil personas sin agua, se saldó el daño que dejó un señor, quien, de manera fraudulenta, perforó un tubo de Epm para conectarse al sistema. El poder del agua, en minutos, socavó la pared vecina al tubo y provocó un deslizamiento, con los datos ya mencionados. No es la primera vez que este tipo de desgracias suceden. Barrios enteros de invasión han quedado en cenizas por cortos circuitos creados en las telarañas que se arman para obtener energía de contrabando y ni hablar de los vampiros del oleoducto, que tantas desgracias han generado.
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