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La miopía avanza sin pausa y el mundo enfrenta una nueva pandemia visual

Así lo estima la Organización Mundial de la Salud, que advierte que más de un tercio de la población mundial ya padece miopía y que, para 2050, la mitad de la humanidad podría vivir con este defecto visual si no se fortalecen las medidas de prevención desde la infancia.

  • La miopía afecta cada vez a más niños y jóvenes en el mundo, impulsada por el uso prolongado de pantallas y la falta de exposición a la luz natural. FOTO Getty
    La miopía afecta cada vez a más niños y jóvenes en el mundo, impulsada por el uso prolongado de pantallas y la falta de exposición a la luz natural. FOTO Getty
hace 5 horas
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La miopía empieza a ser considerada una nueva pandemia y la alerta ya no proviene solo de los consultorios oftalmológicos, pues la Organización Mundial de la Salud y la revista The Lancet estiman que hoy más de un tercio de la humanidad ya es miope y que, para 2050, la mitad de la población lo será.

Lea también: En 2050 habrá más de 740 millones de niños y adolescentes miopes en el mundo

Ante este panorama, y aprovechando que es el Mes Mundial de la Visión, los especialistas advierten que la enfermedad crece con especial rapidez entre niños y adolescentes, una tendencia que preocupa por su impacto en el desarrollo visual y el aprendizaje. “Este aumento es evidente en todo el mundo y de igual forma en Colombia”, explica a EL COLOMBIANO Rubén Berrospi, jefe del Departamento de Oftalmología de la Clínica FOSCAL de Bucaramanga y presidente del Grupo Colombiano de Estudios de Superficie Ocular, Córnea y Cirugía Refractiva.

Los factores que impulsan este crecimiento no están relacionados con una mutación biológica, sino con los cambios del estilo de vida moderno: ahora pasamos más horas en interiores, con luz artificial y frente a pantallas. Esa rutina altera el desarrollo ocular.

“El aumento es especialmente acelerado en niños y jóvenes por la combinación de menor tiempo al aire libre y exceso de actividades en visión próxima, como lectura o uso de dispositivos. La aparición de la miopía ocurre a edades cada vez más tempranas, incluso en escolares de cinco o seis años”, advierte Berrospi. Y es que las causas son multifactoriales: urbanización, presión académica, escasa exposición solar y uso intensivo de teléfonos y computadores, pues todos esos factores promueven el alargamiento del globo ocular, lo que distorsiona la capacidad de enfocar y genera visión borrosa a distancia.

En Asia, por ejemplo, la situación ya se califica como una epidemia visual, mientras que en países como Corea del Sur o China, hasta el 90 % de los jóvenes son miopes, un fenómeno que amenaza con replicarse en América Latina si no se actúa desde la infancia, ya que la prevalencia en población menor oscila entre el 8 % y el 10 %, y las cifras crecen con rapidez. “En Colombia, los estudios más recientes confirman esta tendencia”, señala Berrospi.

Uno de ellos es el MIOPUR, realizado por la FOSCAL y la Universidad Autónoma de Bucaramanga, que evaluó a más de 3.600 personas en diez distritos del país, encontrando una prevalencia total de miopía del 12,9 %, que ascendía al 14,7 % en adolescentes, con mayor riesgo en zonas urbanas que en rurales. Otro análisis, el CODES (Colombian Ocular Diseases Epidemiology Study), desarrollado por la Universidad del Rosario, revisó más de un millón y medio de registros oftalmológicos entre 2015 y 2019 y halló un incremento de los errores refractivos del 30 % al 35 % en ese periodo, con la miopía como principal causa en jóvenes de 10 a 30 años.

Ambos estudios confirman un mismo diagnóstico: Colombia no es ajena al crecimiento sostenido de la miopía y el entorno digital agrava la situación, pues las horas frente a pantallas han reemplazado el juego al aire libre. “Diversos estudios demuestran que los niños que pasan más de tres horas diarias frente a pantallas tienen un riesgo significativamente mayor de desarrollar miopía”, advierte Berrospi. Durante el confinamiento por la pandemia del covid-19, esta tendencia se agudizó: las clases virtuales, la reducción del tiempo al sol y la falta de pausas visuales generaron un aumento global cercano al 11 % en nuevos casos.

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La solución no está en prohibir la tecnología, está en usarla con equilibrio. Los especialistas recomiendan alternar la lectura y el uso de dispositivos con actividades al aire libre, mantener una distancia mínima de 40 centímetros frente a las pantallas y hacer pausas visuales regulares para descansar la vista.

La oftalmología moderna insiste en que la prevención debe empezar en la infancia. “La evidencia científica respalda medidas simples pero efectivas: dos horas diarias bajo luz natural reducen hasta un 30 % el riesgo de desarrollar miopía”, afirma Berrospi, y explica que además de promover hábitos saludables, existen tratamientos específicos para quienes ya presentan progresión del defecto refractivo. Entre ellos, las gotas de atropina en bajas concentraciones y los lentes oftálmicos que generan desenfoque periférico controlado, capaces de ralentizar el crecimiento del ojo. En algunos casos se recurre a la ortoqueratología, una técnica que utiliza lentes de contacto rígidos para moldear la córnea durante el sueño.

Ahora bien, el control oftalmológico regular no solo previene la pérdida de visión, también permite detectar enfermedades sistémicas. “A través del fondo de ojo se pueden identificar signos tempranos de diabetes, hipertensión o alteraciones renales. La retina es el único lugar del cuerpo donde los vasos sanguíneos se observan directamente, y eso convierte al oftalmólogo en un aliado clave para la salud general”, añade Berrospi. Por eso, la American Academy of Ophthalmology y el Ministerio de Salud recomiendan exámenes anuales en niños en edad escolar y revisiones periódicas en adultos con factores de riesgo, aun sin síntomas visuales.

Por todo lo anterior, el mensaje es claro: la salud visual debe cuidarse desde la infancia con la misma prioridad que cualquier otra función vital. “Si queremos proteger la vista de las nuevas generaciones, debemos enseñarles a mirar bien, mirar lejos y mirar a tiempo”, concluye Berrospi.

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