x

Pico y Placa Medellín

viernes

3 y 4 

3 y 4

Pico y Placa Medellín

jueves

0 y 2 

0 y 2

Pico y Placa Medellín

miercoles

1 y 8 

1 y 8

Pico y Placa Medellín

martes

5 y 7  

5 y 7

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

6 y 9  

6 y 9

Arte vs. tecnología: ¿Quién es el autor cuando la obra la hace una IA?

La pregunta dejó de ser teórica. En la Cumbre del Jaguar, organizada por CoCrea en Plaza Mayor, juristas e investigadores abordaron el impacto de las nuevas tecnologías en la propiedad intelectual.

  • Los juristas María Alejandra Echavarría (izq.) y Gustavo Palacio (der.) coinciden en la urgencia de adaptar las leyes para proteger la creatividad humana frente al auge de las tecnologías generativas. FOTOS cortesía
    Los juristas María Alejandra Echavarría (izq.) y Gustavo Palacio (der.) coinciden en la urgencia de adaptar las leyes para proteger la creatividad humana frente al auge de las tecnologías generativas. FOTOS cortesía
19 de agosto de 2025
bookmark

La inteligencia artificial ya no solo genera imágenes, música o textos, también ha disparado debates que, desde el ámbito legislativo al académico, obligan a replantear los cimientos de los derechos de autor y la ética.

En la Cumbre del Jaguar, un encuentro internacional organizado por CoCrea que reunió expertos y líderes para debatir sobre cultura, tecnología y creatividad, dos juristas coincidieron en algo que parece sencillo, pero hoy divide al mundo: la creatividad es humana, pero las máquinas están difuminando las fronteras.

El autor es una persona natural. Sin voluntad creadora, no hay obra protegida”, comentó Gustavo Palacio, experto en propiedad intelectual. Su advertencia conecta con la pregunta que sobrevoló todo el encuentro: si una pintura o un poema conmueve como si hubiera sido hecho por un artista, ¿qué pasa cuando detrás solo hay un algoritmo?

Una línea cada vez más difusa

Palacio explicó que la diferencia está en el grado de intervención humana. “No basta con escribir un prompt. El derecho de autor protege la forma en que se expresa una idea, no la instrucción a una máquina”, subrayó. Para él, la chispa creativa sigue siendo insustituible, aunque reconoció que el sistema jurídico tendrá que adaptarse, como lo hizo en el pasado con la llegada del cine sonoro o la televisión.

María Alejandra Echavarría, doctora en gestión de la tecnología, trajo a la mesa varios casos que ya dividen a los tribunales. “En India se aceptó una obra en coautoría entre un humano y una IA. Japón empieza a reemplazar la exigencia de originalidad por la de creatividad. En Estados Unidos, basta con que la obra no sea copia literal para registrarla”.

Uno de los casos más comentados en esta discusión fue el de una mujer en Estados Unidos que solicitó el registro de una historieta generada con imágenes creadas en Midjourney. Ella escribió los prompts, seleccionó las imágenes, redactó los textos y ensambló la narración completa. Cuando la Oficina de Derecho de Autor recibió la solicitud, inicialmente aprobó el registro. Pero tras el revuelo en redes sociales (ella misma publicitó la obra como la primera historieta registrada con IA) la entidad abrió una revisión del caso.

Los abogados de la solicitante explicaron que su intervención fue decisiva: ella conceptualizó, redactó y editó. Sin embargo, la decisión final fue mixta. “La oficina reconoció su autoría sobre los textos y sobre la obra como conjunto, pero negó la protección sobre las imágenes creadas con IA”, explicó Echavarría. “Lo que está en juego es si la inteligencia artificial fue usada como una herramienta, o si fue la verdadera creadora. Y si lo fue, no puede haber derechos, porque no hay autor”.

Ese “depende” es el corazón de la disputa actual. Si la máquina actúa de forma autónoma, aunque con una instrucción humana inicial, entonces no hay intervención creativa humana suficiente para que haya derecho de autor. Pero si el ser humano modela, edita, reinterpreta, entonces tal vez sí. Todo gira en torno al grado de control y de expresión personal en el proceso.

Los ejemplos para el debate abundan: un libro de poemas corregidos por ChatGPT o canciones en las que la melodía nace de una máquina y la letra de una persona. “Una cosa es usar la IA como corrector de estilo. Eso sigue siendo herramienta. Otra es dejar que cree desde cero. Ahí la frontera se rompe”, explicó Echavarría.

Lea también: Paisas entran al cine del futuro con cortometraje hecho por IA y seleccionado en festival internacional

El lugar de Colombia en un debate mundial

Lo cierto es que, desde el inicio del boom de las IA, en 2022, la discusión se dirige a proteger la creatividad humana ante nuevos desafíos. ¿Cómo compensar a los artistas cuyas obras nutren los algoritmos? ¿Qué pasa con la responsabilidad si un contenido generado por IA viola derechos de terceros? ¿Cómo asegurar que la innovación no destruya el sustento de quienes crean?

Palacio lo resumió así: “El derecho de autor existe para que quien crea pueda vivir de su obra. Eso es lo que está en juego”.

En cuanto a la legislación colombiana, basada en el modelo romano-germánico, nuestras leyes aún “responden a un mundo donde solo los humanos crean”. Pero ese paradigma ya se está resquebrajando, comentó Echavarría, también docente de la UPB.

“No se trata de entregarle derechos a las máquinas, ni de caer en fantasías distópicas”, dijo Echavarría. “Se trata de entender que hay obras, expresiones y contenidos que no encajan bien en el modelo actual. Y que la incertidumbre jurídica no puede ser la única respuesta. Necesitamos actualizar el sistema para que incentive la creación, sin desproteger a los verdaderos autores”.

La profesora cerró su intervención recordando una frase de la exjueza australiana Annabelle Bennett, en un caso de patentes donde se discutía si una IA podía ser inventora: “Si nosotros creamos y somos creados, ¿por qué lo que nosotros creamos no podría también crear?

El empleo que buscas
está a un clic

Nuestros portales

Club intelecto

Club intelecto
Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida