Las expectativas de una mayor inflación a causa de la devaluación del peso y del anunciado fenómeno de El Niño, han motivado el alza nuevamente en la tasa de interés del Emisor.
Sin duda, siendo esto un mecanismo de ajuste para tratar de frenar la inflación esperada y cumplir con las metas establecidas por parte de la política monetaria, resulta algo preocupante en un momento en el que la desaceleración de la economía sigue su curso.
Aunque los efectos de esta subida de 50 puntos básicos sobre las demás tasas de interés de la economía como son las del ahorro y el crédito no son inmediatos, su impacto negativo es probable que se sienta en 2016 sobre el consumo y la inversión privada.
En efecto, los mayores intereses inducen menores niveles de crédito y por ende un freno a las decisiones de gasto de las familias, especialmente por bienes durables; mientras para los empresarios las expectativas de inversión se limitan ante un escenario creciente de sus costos financieros.
En suma, subir los intereses no es lo ideal y puede frenar la demanda interna, sin embargo, es el costo que tenemos que asumir si queremos evitar una mayor inflación.