Al primer llamado no atienden, al segundo abren los ojos pero de inmediato los vuelven a cerrar, al tercero se ofuscan y al cuarto ya toca despertarlos a la fuerza. Mientras, el tiempo corre y pueden pasar hasta 20 minutos, en promedio, y papá e hijo deben entonces correr contra el reloj para estar listos.
¿Le parece conocida la escena? Pues este es un trauma que la mayoría de padres de familia deben padecer todas las mañanas, al levantar a sus hijos para ir al colegio, independiente de la edad. Beatriz Ospina, pediatra y madre de dos adolescentes, ofrece a continuación algunas claves para mitigar este reto diario y que tanto para ellos como para los papás sea más llevadera.