Jeff Bezos y Lauren Sánchez se preparan para celebrar su boda, de más de 20 millones de dólares, en Venecia, rodeados de una élite global que incluyó a Kim Kardashian, Bill Gates, Orlando Bloom, Oprah Winfrey, Tom Brady e Ivanka Trump, entre muchos otros.
La ciudad se convirtió en una pasarela flotante: llegaron más de 90 jets privados, se movilizaron decenas de taxis acuáticos, se blindaron espacios históricos junto a operativos de seguridad en la ciudad.
Mientras las cámaras enfocaban los vestidos de diseñador, los barcos de lujo y los saludos sonrientes de los invitados -unos 250-, un grupo de manifestantes locales lanzaban una narrativa muy distinta.
Activistas y ciudadanos denunciaron la privatización simbólica del espacio público, el desalojo progresivo de residentes y la transformación de Venecia en un parque temático para los ultrarricos. Hubo pancartas, muñecos inflables, falsas bodas como forma de protesta y mensajes que pedían: “Si puedes alquilar Venecia para tu boda, puedes pagar más impuestos”.