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Usted puede combatir el maltrato contra los niños

La violencia no es de estos tiempos ni exclusiva del país. Los menores de edad siempre han sido los más vulnerables. Hay negligencia de los padres.

  • ilustración sstock
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05 de diciembre de 2018
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El chancletazo, el pellizco y el coscorrón no son formas de interactuar exclusivas del país. Eso viene desde las escuelas medievales, donde se usaban los golpes para corregir la escritura de un aprendiz. Pero esta ya no es la Edad Media y los contextos han cambiado.

Usar la violencia para obtener algo del otro “siempre será más fácil que conversar. El lenguaje nos cuesta porque es relativamente reciente. La revolución cognitiva tendrá unos 70.000 años apenas”, dice León Arango Barrientos, psicólogo clínico de la Universidad CES. Parece mucho tiempo, pero en términos del humano que llegó al mundo hace unos 2.000.000 de años, es poco.

La violencia ha sido usada como una manera para controlar y suprimir una conducta. En el libro Un terrible amor por la guerra (Editorial Sexto Piso), del sociólogo James Hillman, este comenta que “la guerra es el fundamento del ser, como lo son la muerte y el amor, la belleza y el terror”. Y, por esto, Arango precisa que “como especie tenemos este residuo de amor por la violencia”, que además, añade, ha permitido a la especie evolucionar: una guerra trae, por ejemplo, nuevas herramientas y descubrimientos.

En el caso de Colombia, sigue el psicólogo, esta violencia se enraizó y permeó interacciones que van desde un saludo o una expresión hasta las pautas de crianza de los niños.

¿Por qué niños?

Son vulnerables, en tanto tienen menos mecanismos cognitivos desarrollados para defenderse, comenta Arango, quien ha centrado sus estudios en violencia humana y salud mental. Así, si a un pederasta (quien abusa sexualmente de los niños), “que ya está fisurado se le permite el poder –añade Arango–, lo va a ejercer y el cuerpo es la forma en que más fácilmente se impone ese poder”.

De acuerdo con cifras oficiales del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, esta entidad atiende 68 casos diarios de violencia contra la niñez en el país.

Los números igual muestran que quienes más la sufren son niñas y adolescentes mujeres (68 % de los casos). El abuso sexual es el tipo de violencia que más afecta a este grupo de edad, y va en aumento: mientras en 2016 se registraron 26 casos diarios, para 2018 suma 37.

Ahora bien, hay que tener en cuenta, señala Juliet Gómez, abogada experta en derechos humanos y quien lleva 15 años trabajando en el tema de género, que los números “no indican que los casos hayan incrementado necesariamente, sino que hay más denuncias”.

Eso no es todo. Aunque usted no le pegue a su hijo, si delante de él se pelea con el vecino, se trata mal a sí mismo cuando se equivoca o usa los gritos para reclamarle algo a su pareja, él no se sentirá en un ambiente seguro y tal vez nunca logre confiar. No importa que sea muy cercano.

Por esto Arango sugiere conocer su historia, la de su familia y la de la sociedad en la que vive. Al entender esto puede explorar cambios que impacten su círculo.

Lo que puede hacer

¿Dónde aparecen los pedófilos (a quienes los atraen sexualmente los menores de edad) aquí? Esta anomalía no es tan fácil de explicar, pero una de las más recientes investigaciones al respecto publicada en la revista Psychological Science en 2016, sugiere que hay marcadores cerebrales que muestran que la imagen mental que ellos tienen de sí mismos está distorcionada: se ven como niños.

Las entidades que trabajan por los derechos de los infantes como el ICBF, por su parte, sugieren que hay una negligencia evidente de los padres y por tanto estos no deben dejar al niño solo y vigilarlo todo el tiempo. Arango, además, propone un cambio de perspectiva, “ya que los factores ambientales como los peligros siempre existirán, será mejor conocer a su hijo y cómo se comporta frente al ambiente”. Una mejor aproximación sería conocerse a sí mismo, entenderle desde su realidad y creer en lo que diga, sin excepciones.

“Mejorar los patrones de crianza y comunicarse con asertividad son términos desgastados que usamos los psicólogos, pero para un papá con dos trabajos una respuesta agresiva es entendible bajo su contexto”, agrega.

No obstante, esto no puede ser excusable. El compromiso debe partir de cada persona y trabajar para que el cerebro no caiga en afrontar violentamente un problema. Si funcionó en el pasado, lo de esta época es conversar.

Para combatir la violencia contra los niños, aplique en casa la no violencia.

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