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En Medellín se forman los biógrafos del universo

El pregrado de Astronomía de la Universidad de Antioquia, el único de su tipo en el país, cumple
10 años. Historia de una década de mirar al cielo.

  • El pregrado tiene una modalidad presencial y una duración de 10 semestres. FOTO ESTEBAN VANEGAS
    El pregrado tiene una modalidad presencial y una duración de 10 semestres. FOTO ESTEBAN VANEGAS
  • Pablo Cuartas explica, en su clase de Ciencias Planetarias, el origen de algunos de los planetas. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ
    Pablo Cuartas explica, en su clase de Ciencias Planetarias, el origen de algunos de los planetas. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ
29 de septiembre de 2019
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Estamos hechos de materia muy antigua. Los átomos de Hidrógeno del cuerpo tienen 13.800 millones de años, nacieron con la gran explosión del Big Bang. Los de Carbono, Oxígeno, Fósforo y Azufre se formaron en las estrellas hace eones, producto de las dos primeras generaciones de supernovas. Estamos hechos de partículas interestelares.

–Si yo quisiera construir un planeta, ¿qué necesito? – pregunta Pablo Cuartas en su curso de Ciencias Planetarias de la Universidad de Antioquia.

–Gas –dicen algunos de sus estudiantes, porque una atmósfera está hecha de gases moleculares pesados.

–Hierro, silicio, carbono –comentan otros jóvenes.

Hace ya 10 años que, en la Universidad de Antioquia, a dos profesores se les ocurrió crear un pregrado de Astronomía en una ciudad como Medellín, resguardada entre las montañas. Jorge Zuluaga, físico, comenzó a explorar esa posibilidad en 2000, con los cursos de Elda (Escuela Local de Astrofísica), una serie de programas de tres semestres que dictaba Zuluaga en la institución para comunidades de aficionados. Más tarde se uniría a este esfuerzo el profesor Pablo Cuartas, ingeniero mecánico.

Ambos coinciden en que, en la consolidación de lo que sería el nuevo pregrado, tuvo un papel protagónico el médico Martiniano Jaimes, quien luego fue vicerrector general de la Universidad.

“Esos cursos que usted tiene ahí no son de Extensión, sino un pregrado”, cuenta Zuluaga que le dijo Jaimes. Y le dio la orden de crear el pregrado de Astronomía.

Tardaron dos años en la preparación del proyecto, en reuniones con el Ministerio de Educación y otras entidades. En 2008 lo aprobaron y en octubre de 2009 recibieron los primeros estudiantes.

Una década después es el único de su tipo en el país y, según su coordinador, Esteban Silva, ha graduado a 27 profesionales y acaba de recibir su acreditación de calidad del Ministerio de Educación.

Son pocos, quizás, pero explica Silva que uno de los retos es la deserción, que ronda el 60 %, como ocurre con cualquier programa de ciencia.

Porque, dice Cuartas, la astronomía es más que los telescopios, más que “ver estrellas tomando vino en Santa Elena o en el desierto”. La astronomía es, ante todo, una ciencia madre que agrupa a la física, el álgebra lineal, las matemáticas, la química, el cálculo, la computación... Todo para entender, entre otras cosas, qué somos y de dónde venimos.

Sueño de aficionados

Jorge Zuluaga añade, por ejemplo, que los astrónomos son como arquitectos, los biógrafos del universo. Utilizan el cielo como ventana y se preguntan por la relación de las cosas, por las causas que las llevaron a estar ahí, por la materia y de qué está hecha.

También por la historia de la Tierra, que para contarla hay que comenzar por mirar a otros planetas. Es la pregunta por los cráteres de la Luna y de la Tierra, que hablan de su pasado violento y sus cataclismos.

Cuartas recuerda que cuando eran estudiantes se la pasaban en el Planetario de Medellín, querían ser astrónomos y no existía ningún pregrado así en el país. Por eso, dicen los docentes, ese sueño ahora lo pueden cumplir los bachilleres colombianos. Añade Zuluaga que el pregrado de Astronomía es como un diamante en Colombia: no hay uno parecido en países como Venezuela ni Perú ni México. Está al nivel de otros programas similares en Brasil, Chile y Argentina.

Mónica Villa, egresada de Astronomía en 2018, cuenta que fue una de las primeras personas en llegar a esta casa del estudio del universo. Se estaba formando en Física, pero desde niña quiso entender qué era lo que había en el cielo. “Es una carrera dura. Mucha física, muchas matemáticas, pero no me rendí”, dice.

Ahora estudia la Maestría en Física, su énfasis está en las poblaciones estelares (cuando las estrellas nacen en grupos, de la misma nube, y tienen características similares).

Habla de la deserción, de los muchos que abandonan por la dificultad del pregrado. En su caso, de una cohorte de 60 estudiantes permanecieron 10. Cada semestre se presentan alrededor de 200 personas y son admitidas 60. Esto se traduce en que, en la última década, han ingresado al primer semestre 1.400.

Pero dice Zuluaga que hay algo mucho más bello en el balance humano, en esa curiosidad de quien selecciona un programa como este: “Una persona que decide estudiar Astronomía —y no algo tradicional como Medicina o Contaduría—es un ser humano muy distinto”.

Agustín Vallejo Villegas, estudiante de Astronomía de quinto semestre, señala que “no podría estar más enamorado de la carrera”. Le gusta la mecánica orbital, las trayectorias alrededor del sol y de la tierra. “Uno de los retos es enseñarle a Medellín lo que es la astronomía. No es solo estrellas, sino muchos cálculos y cómputo”, comenta.

Y es que un programa de esa índole, con una visión arquitectónica y global del universo, exige un alto manejo de computadoras y dominio de la programación.

Esa visión biográfica e histórica de la astronomía es, en el fondo, un intento de la curiosidad humana por entender su lugar. Un esfuerzo por responder una inquietud tan fundamental como “¿de dónde salió todo esto?”.

Cerebros matemáticos

Nicolás Gómez fue el primer egresado del pregrado. Este primer hijo ingresó en la cohorte de 2009-2 y se graduó en 2014. Cree que encontrar trabajo en este campo no es difícil. Labora en el sector de la ciencia de datos (un área que se vale de la estadística y la programación para analizar, interpretar y generar conocimiento a partir de bases de datos).

Pero un astrónomo, según el perfil del pregrado, también puede trabajar como investigador científico, docente universitario, desarrollador de software o como profesional en empresas del sector tecnológico. “Hay muchas opciones: desde la parte académica hasta en las empresas. Aprendemos a programar y somos hábiles con la física y las matemáticas. Eso es apreciado por las compañías”, dice Gómez.

Los docentes coinciden en que el programa forma estudiantes competentes, capaces de continuar su preparación en doctorados, maestrías o posdoctorados de alta exigencia fuera del país.

“Siempre he hablado del pregrado como una plataforma de lanzamiento: no conseguimos hacer científicos del todo, porque un pregrado es como la ‘primaria de la ciencia’, pero sí logramos hacer despegar esos cohetes”, señala Zuluaga.

Fabián Cardona, egresado en 2016, destaca que esta ciencia “responde preguntas abstractas, complejas, con una visión puesta en lo macro”. Dice que el escenario laboral es alentador, más si se tiene en cuenta las habilidades en herramientas de estadística y manejo de datos con los que salen. “Desde chiquito quería ser astrónomo. Esas preguntas difíciles de resolver me las he hecho siempre”.

Y concluye Zuluaga que, en ese sentido, otra de las enseñanzas de la astronomía es lo especiales que somos. “La historia de la ciencia ha sido una lucha contra nuestro ego como especie, pero aunque la astronomía nos ha sacado de ese lugar ególatra, hemos descubierto planetas, visto estrellas parecidas al Sol, pero nada como la Tierra”.

Entre las cosas que ayudó a que este pregrado prosperara, indica él, es la tradición que tiene Medellín en la divulgación científica, con la gran contribución del Planetario.

Ese otro “continente”

Así como la pregunta por el pasado, la astronomía ahonda en lo que no vemos, esa sed universal y humana de entender, por ejemplo, si hay vida en otras partes, más allá de los límites conocidos. No ocurre únicamente fuera de esta galaxia. Por ejemplo, el descubrimiento de América demostró que existía un continente completo con personas que no habían tenido contacto durante 13.000 años.

Dice Zuluaga que, de alguna manera, se han extrapolado experiencias como esa —la de querer entender al otro, a ese foráneo— a la manera de estudiar el universo. Algo así como Cristóbal Colón mirando al océano e imaginando cómo será lo que hay del otro lado. Y, al mismo tiempo, los indígenas observando al mar, pensando qué es lo que está oculto más allá del horizonte. Esa ansiedad por lo desconocido la estudia la astronomía. Ahora que el ser humano ha caminado casi cada rincón de la Tierra, queda el espacio y los planetas, como islas apartadas en donde imaginamos a sus habitantes.

–El 50 % de la atmósfera de la Tierra está en los primeros cinco kilómetros, es una milésima parte de todo el planeta. Si buscamos ingredientes para construir un planeta Tierra, no necesitamos mucho gas –explica Cuartas en su clase.

En la ecuación para crear un planeta es necesario el silicio y oxígeno mezclado en minerales con otros elementos. También agua, concentrada en su mayor parte en el manto terrestre. En realidad, todos estos elementos, la lista de cosas que hoy hacen posible un hogar como es la Tierra, se crearon durante el Big Bang. Cada partícula nació del núcleo de las estrellas.

$!Pablo Cuartas explica, en su clase de Ciencias Planetarias, el origen de algunos de los planetas. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ
Pablo Cuartas explica, en su clase de Ciencias Planetarias, el origen de algunos de los planetas. FOTO CARLOS VELÁSQUEZ
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