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Si hay vacuna contra la covid-19, ¿cómo será su distribución?

Hallar un antídoto para la pandemia es el reto inicial. Luego, habrá que entregarlo a quienes lo necesiten.

  • ilustración Elena ospina
    ilustración Elena ospina
01 de julio de 2020
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Cuando se encuentra un tratamiento o vacuna contra un virus mortal, su distribución no siempre es equitativa. Un ejemplo sucedió entre 2004 y 2005, cuando cientos de tailandeses participaron en un estudio auspiciado por laboratorios extranjeros para comprobar la efectividad del tenofovir, un medicamento antiviral que hoy se usa para tratar a pacientes con VIH.

Aunque tomaron un riesgo al hacer parte del ensayo y del desarrollo del tratamiento, la mitad de ellos no recibió el fármaco y el otro 50 % solo tuvo una dosis a corto plazo, cuenta el artículo Ensayos clínicos no éticos en Tailandia: una respuesta comunitaria publicado en The Lancet por esos años.

Hoy las vacunas están en la cima de la agenda mundial, especialmente por la carrera entre los grandes laboratorios por hallar una forma de detener el avance del nuevo coronavirus. Como sucedió con la viruela, erradicada en 1980, el desarrollo de una vacuna contra la covid-19 sería el único mecanismo farmacológico para prevenir contagios de una enfermedad que ya deja más de 500.000 muertes en el planeta, según la Organización Mundial de la Salud.

El pasado 4 de junio se hizo la Cumbre Mundial de Vacunación, en la que 32 gobiernos, 12 fundaciones y otras organizaciones recaudaron 8.800 millones de dólares y se comprometieron a inmunizar a 300 millones de niños alrededor del mundo y apoyar la lucha contra la pandemia. Con Reino Unido de anfitrión, por ser el país que más dona, el evento recogió otros 567 millones de dólares para que países de ingresos bajos y medios tengan acceso a una futura vacuna contra el SARS-Cov-2.

Esas promesas se recopilan en la página web de la Alianza Gavi, una asociación que une a gobiernos con los principales organismos de las Naciones Unidas, la industria de las vacunas, el sector privado y la sociedad civil. El encuentro hizo un llamado al acceso a la vacunación como un bien esencial y universal; sin embargo, las dudas sobre la distribución global de un antídoto contra el coronavirus comienzan a aparecer: ¿Son los voluntarios para los ensayos los primeros que deberían recibirla?, ¿los países que más aportaron para investigación?, ¿los que menos recursos tienen?, ¿o será la población en riesgo?

Ante el dilema de la distribución, una cosa es cierta: “de nada sirve tener una vacuna si no es globalmente accesible”, escribieron el día de la Cumbre, para el diario británico The Guardian, la exdirectora de la Organización Mundial de la Salud, Gro Harlem Brundtland, y la presidenta de la Fundación de Naciones Unidas, Elizabeth Cousens.

Así que el reto no es solo por desarrollar un antídoto seguro y eficaz en tiempo récord sino llevarlo a más de 6.000 millones de personas. Es la primera vez que eso se intenta en la historia de la humanidad, escribió el filántropo Bill Gates en su blog personal a mediados de mayo.

¿Oportunidad de negocio?

Desde mediados de marzo se conoció que el gobierno de Estados Unidos estaba negociando con el laboratorio alemán CureVac para trasladar la investigación a su país y separar lotes del posible antídoto solo para sus ciudadanos. Después de la reacción del Ministerio de Salud de Alemania y las críticas de que no se debía pensar en una vacuna para unos pocos, la farmacéutica negó en un comunicado el contrato con EE. UU., pero no hizo comentarios sobre la posibilidad de que otras organizaciones o gobiernos pudieran comprar su tecnología.

Esto revela una discusión ética que no es nueva, dice Eduardo Díaz, director del Instituto de Bioética de la Universidad Javeriana. Es la del principio de justicia en la salud pública, es decir, dejar de ver la salud como un bien de mercado (como los zapatos o los teléfonos celulares) y garantizar el acceso a medicamentos y atención a las poblaciones sin importar su capacidad de pago. “No es solo por el coronavirus, es un problema político y estructural de una sociedad que ha querido ver solo ganancias económicas en los sistemas de salud”, sentencia el profesor.

Entonces, ¿debería estar la vacuna disponible para todo el mundo sin importar su condición de salud o económica? La respuesta corta es sí. Sin embargo, el inmunólogo Carlos Julio Montoya, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, cree que la fabricación del antídoto será muy costosa, y los gobiernos tendrán que priorizar a las poblaciones en alto riesgo si se llegan a infectar de covid-19 para distribuirla.

Pero esos acuerdos todavía no son claros, en la Cumbre de vacunas se habló de un Covax AMC, por el momento (ver Informe). Para el epidemiólogo Larry Brilliant, que trabajó en el programa de erradicación de la viruela de la OMS, el acuerdo global de distribución debería ser negociado antes de investigar una vacuna.

Un reportaje de Business Insider, publicado el pasado 4 de mayo, buscó a los laboratorios que van más avanzados en el desarrollo del antídoto para indagar cuánto podría costar una dosis. Concluyeron que podría costar 200 dólares, pero no se sabe cuántas se deberían aplicar para hacer un cuadro completo de inmunidad para el coronavirus. Moderna, una de las compañías estadounidneses que respondió a la solicitud y ya está adelantada en ensayos clínicos con humanos, aseguró que “no están pensando en poner un precio alto a la vacuna”.

Como director de la organización Pandefense Advisory, que busca respuestas seguras, efectivas y éticas a la pandemia, Brilliant ha señalado en cada una de sus intervenciones públicas que el proceso de obtener la vacuna será largo y no se puede esperar hasta ese momento para planear qué hacer con el antídoto.

En Colombia...

El Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI), que se aplica en el país, desde la perspectiva del profesor Montoya, es uno de los más completos de América Latina. Esto por el esquema de enfermedades que incluye, la disponibilidad para menores de 6 años, y la accesibilidad y cobertura. Hay otras, como las que se deben poner antes de viajar al extranjero, que no corren por cuenta del Estado. Esto porque los recursos se invierten en lo urgente y es probable que así pase cuando llegue el antídoto contra el coronavirus.

Montoya ha investigado el tema de la inmunización en Colombia y argumenta que hay elementos en los cuales el gobierno debe mostrar un compromiso claro. Primero, si va a poner población para los ensayos clínicos de una vacuna, debe garantizar el derecho de esas personas a acceder a ser inmunizados con la inyección final.

Segundo, ser claro con los ciudadanos: en inicio, solo se van a obtener un número determinado de lotes y se debería dar prioridad a la población de alto riesgo, para salvar el mayor número de vidas. “La vacuna seguramente será costosa, y no faltarán quienes quieran comprarla de forma particular (como sucedió con las pruebas para el coronavirus). Pero no ganamos nada vacunando a jóvenes que podrían sobrevivir a la enfermedad o a personas que bien pueden permanecer aisladas sin que se afecte su situación económica, debemos atender lo urgente primero”, señala.

Siendo el Reino Unido la casa de una de las instituciones más adelantadas en el desarrollo de la vacuna, el anfitrión de la Cumbre Mundial de Vacunación de este año y el país que más dona en la causa de la inmunización global, el epidemiólogo Jonathan Nguyen Van-Tam, quien es el subdirector médico de Inglaterra, dijo en una alocución oficial, a finales de mayo, que “no podríamos estar seguros de que tendremos pronto una vacuna” y puso de ejemplo el caso del VIH: hace más de 30 años que los científicos aislaron el virus y siguen en la búsqueda.

Hay otras visiones más optimistas, como la de la OMS, que el jueves pasado informó que espera que a finales de 2021 tendrá 2.000 millones de dosis de la vacuna contra la covid-19 para asegurar su distribución mundial.

Tan cerca o tan lejos como el antídoto pueda estar, el llamado de la bioética es dejar las reglas de distribución claras desde el comienzo, de lo contrario, se seguirán perdiendo vidas a causa del nuevo coronavirus.

567
millones de dólares hay destinados a dar acceso a una futura vacuna covid-19.

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