La cifra es contundente: para 2025 más de la mitad de las tareas del lugar de trabajo serán realizadas por máquinas, en comparación con el 29 % actual. Ese es solo uno de los datos que arrojó el informe The Future of Jobs del Foro Económico Mundial, realizado a finales de 2018.
“Tal transformación tendrá un profundo efecto en la fuerza laboral mundial. Sin embargo, en términos de números totales de nuevos empleos, las perspectivas son positivas, con 133 millones de empleos que se crearán para 2022 en comparación con los 75 millones que serán desplazados”.
Y cuando se habla de nuevos empleos entra en juego otro dato del informe: “El 65 % de los niños que ingresaron el año pasado a la escuela primaria terminarán trabajando en profesiones completamente nuevas que aún no existen”. La medicina, el derecho y la ingeniería, ¿seguirán siendo carreras importantes? Según ese estudio, el mundo está pasando por una revolución en las profesiones que traerá “un cambio sísmico en la forma en que los humanos laboran junto con aparatos y algoritmos”.
Que si los trabajos de hoy los harán las máquinas, que si se acabaran los empleos tradicionales, que las carreras del futuro nada tendrán que ver con las del presente. Estas son algunas predicciones que rondan en la cabeza de pedagogos y estudiosos del tema laboral, quienes ven como la celeridad y el ritmo vertiginoso de la época está cambiando el enfoque de quienes se enfrentan a escoger cuál será su futuro profesional.
Para Ana María Vargas Betancur, psicóloga del departamento de Desarrollo Estudiantil de Eafit, en un presente lleno de tanta información, globalización, de tecnología que avanza en forma acelerada e inmerso en una crisis climática, un estudiante puede sentir que escoger una profesión se hará más complejo.
A eso hay que sumarle que “no están respondiendo como antes al sistema educativo tradicional que, en general, está bastante quedado con relación a las necesidades y las formas de aprendizaje que están apareciendo en este nuevo milenio”, precisa.
La educación del mañana
Indica Vargas Betancur que hay voces y educadores que están proponiendo alternativas en Europa, particularmente los nórdicos como Noruega, Finlandia y Dinamarca, con apuestas pedagógicas “muy interesantes y a tono con estas generaciones, con las necesidades globales”. En el sistema finlandés, precisa este ejemplo, se promueve la libertad y la cooperación, los exámenes no son indispensables y se fomenta la autoevaluación. Se busca aprender de lo cotidiano, de eso que pasa en la vida real.
Añade la psicóloga que “ya no estamos en la época de trasmitir conocimiento como hace 20, 30 o 40 años en los que el profesor tenía un nivel de habilidad enciclopédica muy alto y de allí surgía toda una transmisión, ahora no porque los jóvenes tienen el conocimiento a un clic, lo que nos reta a las universidades a pensarnos de una manera diferente”.
Carlos Mario Estrada Molina, director general del Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena, añade que el cambio viene de manera tan vertiginosa que ya se nota y en un punto tan básico como que se habla de adquirir un saber por encima de tener un diploma de técnico o tecnólogo, “hay nuevas metodologías de educación con énfasis en la formación para el trabajo y el desarrollo humano, y desde el Sena, por ejemplo, estamos generando alianzas con multinacionales que nos ayudan a renovar ambientes de formación, pero lo más importante, están haciendo transferencia de conocimiento”.
El más reciente fue el acuerdo con Siemens, la compañía alemana líder en innovación tecnológica, que junto con el Servicio Nacional de Aprendizaje creó el primer centro de automatización industrial 4.0 en Latinoamérica.
“Allí se capacitarán jóvenes que no van a obtener un título, sino una insignia por parte de Siemens y una certificación por parte del Sena que le garantizan a cualquier empresa que maneje dicha tecnología que el joven tiene la habilidad, y el conocimiento para aplicarla y lo mismo pasa con Microsoft, con Amazon y con otros convenios”.
Hay saberes, destrezas y competencias que no están enmarcadas en una técnica o tecnología, pero afirma Estrada que las empresas están demandándolas en esta era de revolución laboral y para ello las insignias son válidas y aceptadas. La Pontificia Universidad Javeriana explica en su página web que las insignias son una nueva forma de reconocimiento de logros complementaria a la certificación en papel y es una evidencia verificable de un aprendizaje alcanzado. Esa es una de las pequeñas diferencias que ya se están adaptando.
Vienen más cambios
Para reimaginar cómo el conocimiento y el aprendizaje pueden dar forma a lo que viene para la humanidad, la Unesco lanzó la iniciativa Futuros de la Educación. “Al enfrentarnos a los profundos desafíos y a las emocionantes oportunidades que tenemos ante nosotros, tenemos la obligación de escuchar a los niños y a los jóvenes e involucrarlos en las decisiones sobre el futuro”, dijo Audrey Azoulay, directora general de la Unesco en la presentación hace un mes de esta iniciativa.
“Nuestro ADN, profundamente humanista, no nos permite reducir la educación a una cuestión técnica o tecnológica, ni mucho menos a una cuestión puramente económica”, agregó Azoulay. El informe mundial de referencia sobre el porvenir de la educación que nazca de este estudio se publicará en 2021.
Mientras eso sucede, explica Lina Marcela Serna Asprilla, integrante del equipo operador del programa Del Cole a La U. de Sapiencia (Agencia de Educación Superior de Medellín), que nota como los jóvenes hoy tienen más poder de decisión que antes al escoger su carrera y que las condiciones son muy distintas de los que salieron hace 5, 6 o 7 años del colegio.
“Con Del cole a la U. aplicamos diferentes instrumentos para mirar sus proyectos de vida. En el último informe se evidenció en un 91 % de los estudiantes la intención de salir del colegio y de inmediato poder articularse a un programa de formación universitaria, técnica y tecnológica”.
Y aunque el porcentaje es significativo, añade la psicóloga, se vive un momento de transición para la humanidad y para las universidades. “Todo con unas aspiraciones de estilo de vida diferentes. Hoy se piensa en lo urbano, interactivo y en las necesidades ecológicas y ambientales”.
Un llamado a los padres
Esta dinámica cambiante que traerá nuevas carreras a las universidades podrá crear impacto a los padres de familia cuando su hijo tome la decisión de qué quiere estudiar o qué quiere hacer de su proyecto de vida.
Serna Asprilla indica que la tarea que queda “es concienciar a ese padre, a que se trabaja desde las universidades y colegios para que los jóvenes escojan de acuerdo a sus habilidades o competencias. Que sea una elección realista y aterrizada, según el contexto”.
En ese sentido, añade Vargas Betancur, “es bueno entender que hoy los jóvenes están saliendo de 16 o 17 años del colegio en un mundo lleno de información y oportunidades, también de retos y de cambios nunca antes vistos, entonces puede haber confusión”.
Ella recomienda dar espacio, que el estudiante indague, conozca semilleros, tenga el chance de estudiar un idioma. Sugiere que, en resumidas cuentas, exploren, ya que en un futuro se van a enfrentar a un universo laboral y hasta académico con parámetros diferentes a los actuales.
Indica el estudio del Foro, que muy cerca, en dos años aproximadamente, los trabajos emergentes serán los de los analistas de datos y científicos, especialistas en inteligencia artificial, aprendizaje automático y Big data, en transformación digital. También despuntará lo que tenga que ver con servicios de tecnología de la información y marketing.
Los especialistas concluyen que la fuerza laboral está en constante cambio, tanto como lo que se estudie para ingresar a ella. Qué tan rápido se adapte el país dependerá en gran parte de las políticas educativas de la región.