viernes
7 y 9
7 y 9
“La cocina es un lenguaje mediante el cual se puede expresar armonía, felicidad, belleza, poesía, complejidad, magia, humor, provocación y cultura”, dice el reconocido chef español Ferran Adrià. Y esas son las sensaciones que buscan ofrecer algunos de los restaurantes del Valle de Aburrá que han querido ir más allá de preparaciones y recetas.
La decoración meticulosamente cuidada, las temáticas propuestas, la elección de las bandas sonoras, la presentación de los platos y la buena cocina han hecho que estos sitios también sean destacados por el chef, crítico culinario e influenciador, Tulio Zuluaga.
Cada uno de estos lugares son muy distintos entre sí: desde una hamburguesería estilo americano en donde las mesas, sillas y adornos son partes de automóviles y motocicletas de los años 50; un restaurante fusionado con una sala de arte en el que los platos son preparados como obras pictóricas y artistas emergentes pueden exponer sus obras, hasta un gastro bar chamánico, que fusiona la cocina con los sabores y saberes amazónicos o el primer “avocado bar” de Medellín cuyas hamburguesas, jugos y cafés con aguacate han causado curiosidad entre sus visitantes.
¿Cómo han sobrevivido?
Aunque estos restaurantes paisas no tienen estrellas Michelin —como el francés Le Mirazur, con vista al Mediterráneo, o no son tan excéntricos como el tailandés Hajime, que es atendido por robots—, han logrado gracias a su creatividad mantenerse a flote en el mar de ofertas gastronómicas de la ciudad.
Iniciarse o fortalecerse en el mundo de los domicilios, adaptarse a las nuevas exigencias sanitarias para que las personas se sientan más seguras al visitarlos, o incluso montar stands con sus platos más reconocidos en unidades residenciales fueron algunas de las alternativas que adoptaron para resistirse a cerrar sus puertas.
Aquí le contamos la historia de 4 de ellos
1. Classic Diner: un concepto americano con motos y autos antiguos de los años 50
Este 2021 cumplirá diez años desde su apertura. Queda en Calle Jardín, en Envigado, Antioquia. Es reconocido por sus 18 variedades de hamburguesas. Al entrar, el piso parece una tablero de ajedrez y el espacio, adornado con Harley-Davidson, taxis, partes delanteras y traseras de Mustang antiguos y ataris donde se puede jugar Mario Bross hace que los visitantes se sientan como en una película americana de los años 50.
Según William Herrera, gerente general de Classic Diner, lo que quisieron los socios del restaurante fue hacer una réplica de cada una de las cosas vistas en sus viajes al exterior. “La mesa de billar es un carro antiguo, los murales tienen rines y algunas placas y las partes de carros son las mesas y las sillas. La música también es americana y por ende la comida que ofrecemos son hamburguesas, hot dogs, papas fritas y alitas”, afirmó.
Los precios que manejan oscilan entre $18.000 y $28.000. Su producto estrella es la hamburguesa Gran Torino, como la película estadounidense que lleva su mismo nombre.
Según Herrera, una de las alternativas que adoptaron por la crisis de la pandemia fue llevar el restaurante a la gente: “Incursionamos en los domicilios porque no eran nuestro fuerte, también montábamos stands en las áreas comunes de algunas unidades residenciales”.
2. Tal Cual Arte: entre platos pictóricos y cocina ecléctica
Este restaurante que nació hace diez años y está ubicado en Manila en el sector de El Poblado, combina la gastronomía con el arte.
Está compuesto por salas que proporcionan ambientes diferentes entre sí: una galería de arte donde se exponen cada dos meses obras de artistas locales, un comedor clásico y rústico decorado con espejos y vinos a su alrededor y, en el centro, un parque estilo vintange, con una cabina telefónica roja tipo británica y lámparas que le brindan a esta sala una luz amarillo tostado.
Según Juan David Posada, uno de los tres socios del lugar, quisieron introducir en el tema del arte y la carta el concepto ecléctico; es decir, la decoración, así como la comida, son muy variadas. “Lo que hicimos fue coger esos platos tradicionales y famosos del mundo. Tenemos influencia de la cocina peruana, nikkei, francesa, española, e italiana”, aseguró.
Sus precios están entre los $35.000 y $65.000 y el plato estrella es la Trilogía mar y tierra y el solomito encostrado a las tres pimientas. Según Posada, este restaurante galería también pretende ser un espacio para que artistas de la ciudad puedan mostrar sus obras: “Tenemos nuestras puertas abiertas. Nos dicen qué quieren exponer y nos pueden enviar sus trabajos”.
Gracias a los domicilios y a la introducción de nuevos platos, Tal Cual Arte ha logrado seguir con sus puertas abiertas.
3. Juräkub: un portal del Amazonas en Medellín
Quizá uno de los lugares que más curiosidad han causado es Juräkub, un espacio en el que los sabores de la comida, saberes ancestrales y decoración introducen a los comensales en la cultura y cocina amazónica.
Nació hace siete años con el nombre de La Chagra, una propuesta de cocina creativa; sin embargo, Juan Santiago Gallego, dueño del lugar, decidió transformarlo hace cinco meses en uno nuevo que también fuera amazónico pero más comercial: “Quise crear un gastro bar inspirado en el chamanismo del Amazonas, con el uso de plantas, brebajes, cortezas y frutas medicinales”, afirmó.
Este lugar, cuyos adornos y musicalización transportan a la selva y a un territorio más ancestral, ofrece también cócteles que se dividen entre el día (sin alcohol) y la noche (con alcohol): “el bien y el mal”. Según Gallego, cada cóctel tiene una temática, un nombre, una historia y un propósito medicinal.
Cortezas como la chuchuwaza, uña de gato y medicinas como la sangre de drago, clavo huasca, pumaceba, huacapurana y bálsamo, así como diferentes tipos de ceviches, conforman la carta. Todos los platos son para compartir entre varias personas y los precios oscilan entre $85.000 y $220.000.
Dar a conocer la cocina y la cultura amazónica es el propósito de este gastro bar chamánico ubicado en Provenza, en El Poblado.
4. Lavocaderia: una propuesta gastronómica en la cual el aguacate pasa a ser el protagonista
¿Cheesecake, jugos, cócteles, hamburguesas, papas fritas y cafés con aguacate? Esa es la propuesta que ofrece Lavocadería, el primer avocado bar de Colombia.
Aunque nació en febrero de 2018, ya es reconocido por su carta basada en uno de los frutos más consumidos en el país: el aguacate. La propuesta fue inspirada en algunos restaurantes del mundo, como en Ámsterdam, Londres y Nueva York, donde incursionaron con este alimento combinándolo en cientos de formas y variaciones.
Según Chely Fuentes, encargada de la sede ubicada en Manila, en El Poblado, “la gente nos visita aquí tanto por el concepto del lugar como por la comida, incluso han venido personas a las que no les gusta el aguacate y terminan encantada”.
Sus platos oscilan entre $14.000 y $30.000 y los más populares son la Avoburguer, una hamburguesa que en vez de pan tiene aguacate y las papas boom, famosas por su gran tamaño y variedad de ingredientes.
Juan Torres, trabajador del restaurante, afirmó que, aunque han logrado resistir a la crisis por la pandemia, tuvieron que hacer una reducción de personal porque los ingresos disminuyeron.
Actualmente existen dos sedes más en La Floresta y Mercado del Río, y tienen proyectado abrir en Mercado del Chicó, en Bogotá.