El Paro Nacional puso en conversación la pérdida y el desperdicio de alimentos en el país. Los bloqueos en las vías fueron, para muchos productores, un tormento. También lo fue para los comerciantes y hasta para quienes estaban en sus casas, que, en medio de lo sucedido, se preguntaron por el abastecimiento.
La cuestión es que esta situación no es tan ajena a la realidad del departamento, y no solo ocurre cuando hay paro. En el país, en tiempos normales, se pierden y se desperdician un total de 9,76 millones de toneladas de alimentos al año. En otras palabras, por cada 3 toneladas de producción se pierde o se desperdicia una tonelada, según el Departamento Nacional de Planeación (DNP).
Pero perder y desperdiciar son cosas distintas, explicó Pedro Hoyos, secretario de Inclusión Social y exgerente de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Antioquia. Lo primero tiene que ver con los alimentos que se pierden por ineficiencias en la cadena de producción. El desperdicio, por su parte, responde a hábitos de compra, consumo y manipulación.
Con este contexto, la región que encabeza la pérdida nacional de alimentos es la Centro-oriental, con una participación del 27,7 % o 1,7 millones de toneladas. Esta, con las mismas toneladas, comanda la lista de desperdicios, y es seguida por Antioquia, Quindío, Caldas y Risaralda, donde el desperdicio alcanza el 18,3 % o 646.000 toneladas.
¿Cómo mitigar esas pérdidas? La Gobernación propuso salidas como los circuitos de proximidad; el Concejo de Medellín, por su lado, estudia la creación de una política pública que se concentre en ese tema. Pero las medidas, según los campesinos, son más que urgentes.
Lupa a la situación
El estudio de Abastecimiento de Antioquia 2015 estimó que las pérdidas de alimentos suelen presentarse con mayor frecuencia en cadenas productivas extensas y con números considerables de intermediarios, sin embargo, Nora Nelly Bedoya, campesina de San Cristóbal en Medellín, argumentó que ese corregimiento no es ajeno a la situación.
Expresó: “Nos hemos visto muy afectados con las pérdidas de alimentos. Se deberían adoptar medidas más comprometidas con el campo, que ayuden a que los campesinos no pierdan su producción y que los habitantes de la ciudad no tengan carencias de alimentación”.
Ya en regiones apartadas de Antioquia el panorama se recrudece. Según cifras compartidas por la Secretaría de Agricultura del departamento, la yuca es uno de los alimentos que registra un alto valor de pérdida al final de la cadena (57 %). Sus principales zonas de producción son Urabá, Magdalena Medio y Bajo Cauca, regiones distantes de los centros de consumo y abastecimiento locales.
Otros alimentos producidos en tierras paisas superan los promedios nacionales de pérdida y desperdicio. Es el caso del mango (75 %), la papa (65 %), la fresa (43,8 %), el aguacate (41,4 %) y el banano (37,1 %). “Una de las principales causas de la pérdida es que no existen canales para que nuestros productores lleguen directamente al consumidor final. Hay un espacio grande de intermediarios. Disminuir esa distancia ayudaría a bajar precios, pérdidas y desperdicios”, acotó Hoyos.
A esto se suman, según el despacho departamental de Agricultura, decisiones de producción, carencia de logística y tecnología, plagas y deficiencias en infraestructura. El cambio climático, los malos hábitos de consumo y la falta de coordinación entre lo público y lo privado también ensanchan la lista de causales.
Lo que se está haciendo
La Gobernación indicó que una de sus acciones marco es optimizar los procesos productivos, mediante tecnologías y sistemas de integración corta (productor, transformador y consumidor). La idea, entonces, es que buena parte de los alimentos puedan ser cultivados, transformados y que luego lleguen a la mesa de su consumidor final.
La estrategia es una salida clave, apuntó Cristian Murcia, investigador del Observatorio de Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional de la Universidad Nacional: “Entre menos intermediarios, impactos ambientales (huella de carbono) y socioeconómicos se generen en el proceso de producción, es más probable garantizar la seguridad alimentaria”.
Y agregó: “En los trayectos cortos se usan menos plásticos y derivados del petróleo (requeridos para la movilización de los productos). También se disminuyen tiempos entre la cosecha y la comercialización, que es donde se pierde buena cantidad de alimentos”.
En cuando a los esfuerzos desde Medellín, el proyecto de Acuerdo 034, liderado por la corporada Aura Marleny Arcila, plantea la posibilidad de que la ciudad tenga una política pública en esta materia.
Entre los frentes que atendería la política, de ser aprobado el proyecto en el Concejo, está crear un sistema de información pública de medición, seguimiento y evaluación de las pérdidas y desperdicios, que permita atacar el problema en tiempo real.
También se proponen acciones para educar a cada uno de los actores de la cadena y así evitar pérdidas y desperdicios por fallas en los procesos. Esto también evitaría que los costos de producción escalen y que ello repercuta en los precios.
Pese a estas propuestas, Bedoya concluyó: “Necesitamos que se fije la mirada en los campesinos. Después de los mercados, intercambiamos los productos para que no se pierdan, pero la acción estatal es poco visible”
75 %
es la pérdida y desperdicio que se registra en la cadena de mango en Antioquia.