Al internet lo mueve la polémica, el enfrentamiento, las emociones fuertes. Las marcas lo saben y lo aprovechan para promocionar sus productos.
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Algo así fue lo que pasó con el caso de la Dj norteamericana Sara Landry. En redes sociales se viralizó un video en el que se la veía tocando en uno de los vagones del metro de Medellín. La fiesta era total, el vagón estaba adornado con luces de neón y repleto de gente bailando.
Los comentarios en redes no se hicieron esperar. Muchos usuarios manifestaron que hubieran querido estar ahí, haberse topado con la fiesta en el vagón. Otros fueron más críticos.
“En Medellín se puede soplar y pegarse mero rave en el metro, pero vaya alguien y se coma alguito después de un día de trabajo y sale hasta en el periódico como el peor ser humano”, dijo uno. “Ah, pero vaya uno en el metro escuchando tiktok sin audífonos para que te funen aquí”; dijo otro.
El metro tiene reglas estrictas. Solo por mencionar algunas, no se puede fumar ni consumir bebidas alcohólicas o alucinógenas, tampoco hacer uso de las instalaciones si se está bajo efectos de estas sustancias; tampoco se pueden hacer tomas fotográficas, cinematográficas o televisivas de cualquier instalación con fines comerciales sin autorización, mucho menos escribir, rayar, pintar, pegar carteles o ensuciar de cualquier manera las instalaciones. No se pueden realizar actividades de prostitución, mendicidad, comercio informal o cualquier otro acto contrario a la moral y a las buenas costumbres, ni se puede ingresar al sistema en condiciones antihigiénicas o con elementos u objetos que afecten a los demás usuarios.
También está prohibido distribuir volantes, solicitar firma de peticiones, recolectar dineros y promover arengas de orden político y religioso sin la correspondiente autorización del Metro. No se puede consumir alimentos y bebidas ni en las instalaciones de las estaciones, ni en los vehículos, tampoco usar radios, grabadoras y similares sin audífonos. En fin.
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Lo que sí se puede es hacer negociar con el Metro. El video de Sara Landry hace parte de las iniciativas de ingresos no tarifarios que lidera el equipo de Negocios Metro con el propósito de generar recursos adicionales que se destinan al mejoramiento de la experiencia de viaje de los usuarios. El tren estaba fuera de servicio, era una actividad pagada por un particular.
El “toque” de Landry en el metro obedece a una campaña de Ritvales, el Festival de música electrónica que se celebró el sábado 1 y domingo 2 de noviembre en la ciudad.
Era publicidad y la polémica estaba garantizada. Hace más de 10 años se presentó quizás la controversia más sonada en un hecho similar, cuando un violinista fue expulsado del metro por tocar en un vagón en medio del servicio. El incidente se hizo viral y se convirtió en un tema de conversación recurrente. Cada tanto se discute en redes sobre el comportamiento en el metro, sobre las normas, lo que está bien o mal.
Las redes sociales son cada vez más un espacio publicitario, y lo que mejor funciona es la polémica. Lo dice la escritora argentina Mariana Enríquez en su texto La zona muerte, publicado en Página12. “El algoritmo amplifica tres contenidos que causan emociones adictivas: el sexo, el miedo y la rabia. Así aumenta la participación de usuarios y, en consecuencia, se genera dinero. Un posteo que sea carnada para hacer enojar, el rage bait, tiene más likes y más comentarios, se comparte más”.
Bloque de preguntas y respuestas
- ¿La fiesta de Sara Landry en el metro de Medellín estaba autorizada?
- Sí, el evento se realizó en un vagón fuera de servicio y fue parte de una campaña paga.
- ¿Se violaron las normas del Metro durante la fiesta?
- No, el evento fue planificado con autorización, aunque en el uso cotidiano del metro muchas actividades similares sí estarían prohibidas.
- ¿Qué es Ritvales y cómo se relaciona con el Metro?
- Ritvales es el festival de música electrónica al aire libre más grande del país.