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Berenice, primera beatificación en el país

Es la primera vez que una ceremonia de este tipo se celebra en el país. Vino hasta un delegado del Papa.

  • La Basílica Metropolitana estuvo repleta. No solo fueron sacerdotes y religiosas, sino que llegó mucha gente del común que, incluso, tuvo que hacer largas filas para entrar. FOTO jaime pérez munevar.
    La Basílica Metropolitana estuvo repleta. No solo fueron sacerdotes y religiosas, sino que llegó mucha gente del común que, incluso, tuvo que hacer largas filas para entrar. FOTO jaime pérez munevar.
  • La imagen de la beata, de varios metros del altura, fue descubierta durante la ceremonia. Foto: Jaime Pérez.
    La imagen de la beata, de varios metros del altura, fue descubierta durante la ceremonia. Foto: Jaime Pérez.
  • Los feligreses cantaron y oraron por la nueva beata. Foto; Jaime Pérez.
    Los feligreses cantaron y oraron por la nueva beata. Foto; Jaime Pérez.
  • En el atrio de la iglesia hubo largas filas. Foto: Jaime Pérez.
    En el atrio de la iglesia hubo largas filas. Foto: Jaime Pérez.
30 de octubre de 2022
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A las 8:30 de la mañana ya había movimiento en el atrio de la Basílica Metropolitana: mujeres con carteras y paraguas en mano, vendedores de estampillas, sacerdotes bien ataviados. El revuelo no era menor: por primera vez se celebraba en el país una ceremonia de beatificación.

La nueva beata es María Berenice Duque, nacida en Salamina, Caldas, en 1898. Los que la conocieron recuerdan, a casi 30 años de su muerte, que fue una mujer que vivió en el cristianismo a “carta cabal”. Su vida, desde muy temprana edad, estuvo inclinada a Dios. Por eso entró a la comunidad de las hermanas Dominicas de la Presentación. Después fundó su congregación, las Hermanitas de la Anunciación, conformada hoy por 410 religiosas regadas por cuatro continentes.

La imagen de la beata, de varios metros del altura, fue descubierta durante la ceremonia. Foto: Jaime Pérez.
La imagen de la beata, de varios metros del altura, fue descubierta durante la ceremonia. Foto: Jaime Pérez.

La beatificación es un proceso largo. El de María Berenice comenzó en el año 2000, cuando una hermana de la congregación la postuló ante Roma. En 2019 se le dio el visto bueno y, finalmente, el Papa Francisco dio luz verde, con un decreto del pasado 13 de octubre, para que se le invistiera como beata.

Para la beatificación hay un requisito indispensable: la verificación de un milagro. No es sencillo, pues la Iglesia se cuida de examinar bien la evidencia y hacer un proceso sesudo, no vaya a ser que cualquiera sea postulado para beato. En el caso de María Berenice este requisito se cumplió en 2001, pero solo fue certificado en 2019.

El milagro

Una hora y media antes del inicio de la ceremonia, Miguel Ángel Vásquez y María Eugenia Sierra llegaron a la Basílica Metropolitana. El hombre, con un traje bien cuidado, recordó el milagro. Alejandro Vásquez, su hijo, había tenido perfecta salud hasta los siete años, cuando las fiebres comenzaron a atormentarlo.

Luego de varios exámenes, los médicos concluyeron que el niño tenía pandisautonomía, una rara enfermedad neuropática que afecta la movilidad de los pacientes. A Sebastián lo desahuciaron, recordó el padre, y le dijeron que solo tenía tres meses de vida. Había perdido la movilidad por completo. María Eugenia, la madre, contó que una religiosa fue hasta la habitación de Sebastián, en un hospital, y le entregó una estampita con la imagen de María Berenice. Le dijo que se aferrara a ella, que tuviera fe.

Los feligreses cantaron y oraron por la nueva beata. Foto; Jaime Pérez.
Los feligreses cantaron y oraron por la nueva beata. Foto; Jaime Pérez.

Sebastián le hizo caso. Cada tanto, sus padres lo encontraban hablando solo, rezando, conversando con la estampa. Un día de 2001, siendo ya un adolescente, llamó a su papá, quien acudió a verlo. Entonces, desde la silla de ruedas en que llevaba años sentado, le dijo que se iba a parar. Contra todo pronóstico, con movimientos aparatosos, dio varios pasos, extasiado; padre e hijo se abrazaron y cayeron al suelo, llorando.

Sebastián murió recientemente, a los 35 años, superando largamente la esperanza que le habían dado los médicos. “Él tuvo más tiempo para continuar con su propósito, que fue dar su testimonio y escuchar a las personas. Eso fue un milagro que Dios le hizo por medio de la madre Berenice”, comentó el padre, muy cerca de la Basílica Metropolitana.

En efecto, el milagro de Sebastián fue el que certificó el vaticano y dio vía libre a la ceremonia de beatificación.

La ceremonia

Antes de las 10:00 de la mañana, las campanas de la Catedral fueron tañidas y, en vez de melancolía, produjeron alegría, expectativa y júbilo en los presentes. Una larga fila de feligreses se formó sobre el atrio; bajo el sol, como en una peregrinación, muchos esperaron con paciencia para entrar, cubriéndose con paraguas y enjugándose el sudor.

Los que no alcanzaron a entrar, pues la iglesia estaba a reventar, siguieron la ceremonia desde el Parque Bolívar, bajo la sombra de los árboles.

En el atrio de la iglesia hubo largas filas. Foto: Jaime Pérez.
En el atrio de la iglesia hubo largas filas. Foto: Jaime Pérez.

En el interior, entre tanto, la comitiva hizo su camino hasta el altar, con inciensos que perfumaron el lugar. Monseñor Ricardo Tobón, como lo marca el protocolo, pidió al Vaticano incluir a María Berenice dentro del número de beatos. Solo unos minutos después, el cardenal Marcelo Semeraro, enviado del Papa Francisco, anunció que María Berenice era oficialmente beata.

A paso seguido fue destapada una imagen de la mujer, de más de tres metros de altura. Los aplausos hicieron eco en los más de un millón doscientos mil ladrillos que forman la iglesia. Cuando concluyó la ceremonia, los presentes se agolparon junto a la imagen. Le rezaron y se tomaron fotos con ella.

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