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La última vez que Sandra Milena Restrepo supo algo de su padre, Wadis Rendón Yusti, fue hace más de 22 años. Ella era una adolescente de 15 y los recuerdos son tan vagos, que no tiene en su memoria ni siquiera la última imagen. Él se había separado de su madre cuando era apenas una niña y como la ruptura no fue en los mejores términos, prácticamente se perdió el contacto.
Cuando estaban juntos, los tres vivían en un barrio de Medellín y la separación les distanció los caminos. No volvieron a cruzarse y Wadis, dice Sandra, no volvió a buscarla, tal vez porque su madre le impedía esos encuentros.
“Nos vimos algunas veces, yo iba a buscarlo al barrio donde él quedó viviendo, pero de repente ya no volví a saber nada, los hermanos de él me decían que creían que se había ido a Cali, pero como eran solo hermanos medios no los vi muy interesados y entonces dejé las cosas así esperando que un día apareciera”, cuenta Sandra Milena, hoy con 38 años y maestra en una institución educativa de Envigado.
En esos años entre la niñez, la infancia y la adolescencia, Sandra Milena estuvo con su madre y el nuevo compañero sentimental de esta. Él le dio el apellido y por eso ella es Restrepo y no Rendón, como Wadis. Este detalle es importante por lo que sigue de esta historia: como Sandra nunca se resignó al abandono de su padre, no dejó de buscarlo. En ese empeño, un día leyó en internet que el nombre de él estaba en la lista de varias víctimas de falsos positivos halladas enterradas en el cementerio la Resurrección, de Granada, Meta. Esto la llevó a la Fiscalía, donde quedaron de darle noticias. Estas le llegaron el pasado 28 de abril, cuando le confirmaron la noticia. Y aunque nunca fue lo que esperaba, siente que por lo menos le ayudará a cerrar el ciclo de su ausencia.
Si él hubiera estado...
Para Sandra, que pese a la ausencia de su padre pudo realizar estudios en las universidades de Antioquia y Nacional y graduarse como licenciada en matemáticas, reconoce que nada le pesó tanto en la vida como no haberse criado a su lado.
“Yo siempre quise que él estuviera conmigo. Si bien seguí con mi vida, tuve momentos muy difíciles en los que necesité tener sus hombros para recostarme a llorar, abrazarlo y sentir el amor de un padre”, confiesa. Recalca que aunque su padrastro es una persona buena y que la apoyó en todo, para una mujer no es fácil tener plena confianza con alguien que no lleva su sangre.
El hecho de que Wadis haya sido víctima de un falso positivo tampoco le da una paz plena. “Si bien yo quería saber de él, volverlo a ver, casi nunca lo pensé muerto y menos como víctima de falso positivo. Yo veía esos casos en las noticias y decía ¡por Dios!, cómo puede haber gente que haga eso tan horrible”.
A Sandra tampoco le han entregado los restos de su padre. Primero deberán cotejar su ADN, pues hasta ahora es la única persona que ha acudido a la Fiscalía a saber de él y figura como la única doliente. Los padres de Wadis murieron y como al parecer solo tuvo hermanos medios, ninguno se interesó en todos estos años. Nadie lo busca.
“Yo tengo un dolor muy grande, pero no tengo venganza, es como unas ganas de perdón, de perdonarme a mí misma por no haber estado con él. Necesito cerrar este ciclo para enfocarme de lleno en la crianza de mis dos hijos, que también se quedaron con las ganas de conocer a su abuelo”, dice Sandra Milena, otra colombiana a quien la cifra de los 6.402 casos de falsos positivos le taladra en el alma.
“Yo tengo un dolor muy grande, pero no tengo venganza, es como unas ganas de perdón, de perdonarme a mí misma por no haber estado con él. Necesito cerrar este ciclo para enfocarme de lleno en la crianza de mis dos hijos, que también se quedaron con las ganas de conocer a su abuelo”, dice Sandra Milena, otra colombiana a quien la cifra de los 6.402 casos de falsos positivos le taladra en el alma . n