Eustiquia Amaranto Santana, quien fue reconocida como la “Voz Insigne del Bullerengue” y maestra de múltiples generaciones de cantadores en Turbo, murió este 24 de diciembre en Turbo. Nacida el 29 de septiembre de 1928, Eustiquia encarnó la esencia de la cultura de Urabá, desempeñándose a lo largo de su vida no solo como artista, sino también como partera, rezandera, barequera de oro, pescadora y madre de diez hijos.
Conversamos con ella en la sala de su casa en el barrio Juan XXIII de Turbo el pasado 21 de mayo. Era el día de la Afrocolombianidad, y antes y después de la entrevista tenía actos de reconocimiento en el municipio. Su nieto le puso un vestido de colores y un ramo de flores plásticas en la cabeza. Conversó como si estuviera cantando, cada respuesta la remataba con un verso.
—¿Qué le cuento que no he sido yo? Lo único que no fui joven fue callejera. Pero donde me llevaba el bullerengue, allá iba. Lo aprendí de Dios. Yo me acostaba y, cuando despertaba, mantenía una silla en mi cuarto y tenía un cuaderno. Escribía dos estrofas. Me acostaba, volvía, estrofeaba y así. Toda es mi inspiración. Nunca canto un bullerengue viejo. Se me dio cantar una décima a Simón Bolívar. Esa la saqué, dice: “El día 20 de julio de 1810 la tierra se estremeció, nuevo gobierno nació. Batalla inolvidable de mucha sangre y tormento, en muchas casas velorio y en España los lamentos”.
Su camino en el bullerengue comenzó a los 45 años y, desde entonces, nunca dejó de cantar, encontrando en la música una forma de “diversión y emoción” que alejaba la tristeza. Su primera composición inédita nació en 1950, inspirada en una historia sobre un supuesto incendio en Turbo, demostrando desde joven su habilidad excepcional para versear de memoria.
Durante tres décadas, formó parte fundamental del grupo Brisas de Urabá, donde se consolidó como la sucesora de Arsenia Asprilla Córdoba y se convirtió en un referente vital para tamboreros y bailadores.
—Del bullerengue usted saca vallenato, saca sexteto, saca lo que usted quiera. Saca una canción que le guste. Es emoción, una diversión. Cuando íbamos a lavar en batea al río, cantaba: “Yo soy la Justa Amaranto, la del corazón de oro. Cada una, cada cual. No hay cosa que se me ponga que yo no salga con na’. Cada una, cada cual. Cada una en su lugar”. Y usted nunca siente tristeza porque está pendiente de lo que está cantando memorialmente. Empecé a los 45 años y más nunca he podido dejar de cantar, nos dijo en la entrevista de mayo pasado.
Eustiquia fue una matrona hacedora de memoria que logró conectar las vivencias del Caribe y el Pacífico a través de su canto. Su legado trasciende las fronteras de Antioquia, llevando su voz a escenarios en Bogotá, Medellín, Barranquilla, Montería e incluso Panamá.
Sergio Ruiz Tabares, entonces coordinador de Extensión Cultural de la Universidad de Antioquia, le dijo a este periódico hace cinco años que Eustiquia representa el antiguo y aún vigente matronato de las mujeres hacedoras de memoria. Es una de las únicas cantaoras que pueden conectar al Caribe y al Pacífico. La maestra ha logrado conectar estos mundos y solo es posible a través de sus experiencias de vida que han fluctuado entre el Atrato y haber nacido en Turbo; el Caribe por sus familiares, dijo.
Se despide la mujer del “corazón de oro”, aquella que prefería ser recordada a través de sus versos y que alguna vez sentenció: “Si cantando yo me muero, no me lleven al panteón, porque ahí están los difuntos y se valen de la ocasión”.
Su velación será este jueves 25 de diciembre en el barrio Juan XXIII y sus exequias el viernes 26 de diciembre en la iglesia Nuestra Señora del Carmen.