Que Medellín tuviera un escenario público acorde para espectáculos de fútbol y y no una “inmunda pesebrera”, como describían las canchas los cronistas de la época, fue un largo trecho que tardó cerca de dos décadas en ser realidad.
Así lo reseñan libros de historia y recortes de prensa de las décadas del 30 y del 40, que detallan el reclamo unánime de dirigentes, deportistas reporteros y algunos políticos que veían cómo el fútbol cada vez dejaba de ser un deporte exclusivo de las élites y se masificaba entre una clase obrera emergente en pleno auge de la industria textil.
Los campos pioneros
Antes de que el Atanasio fuera el anfitrión por excelencia para jugar al fútbol en Medellín, otros campos como la cancha de Los Belgas, El Bosque de La Independencia, Miraflores, el austero Estadio Municipal (otrora hipódromo Los Libertadores) o la cancha de Fabricato en Bello o San Fernando en Itagüí cumplieron ese propósito.
Sin embargo las dinámicas urbanas y la profesionalización del fútbol en Colombia a partir de 1948 hicieron que la ciudad demandara con urgencia un escenario acorde para recibir partidos de alto vuelo y una afición cada vez más familiarizada con este deporte.
Materialización del sueño
El panorama comenzó a despejarse a mediados de la década del 40, con un proyecto que prometía darle a la ciudad, de una vez por todas, un estadio con especificaciones técnicas similar al que ya tenían ciudades como Bogotá, Cali, Barranquilla, Bucaramanga y Manizales.
“En 1945, el Concejo de Medellín aprobó la compra de unos terrenos en la otra banda (la occidental) del río Medellín. Después de más de 15 años de reclamos y proyectos la obra empezaba a tomar forma con el terreno que tuvo un costo de $800.00 y constaba de un área de 36 cuadras, ubicadas entre las calles Colombia y Pichincha”, indicó el historiador Luciano López Vélez, en su texto Detrás del balón: historia del fútbol en Medellín.
La construcción del complejo deportivo comenzó de manera oficial en 1947 y duró poco más de cinco años. En marzo de 1953 la obra estaba ad portas de inaugurarse y para acelerar la entrega, los ingenieros reforzaron el equipo constructivo con 200 internos de la famosa cárcel La Ladera.
El jueves 19 de marzo de 1953, con una serie de actos solemnes que incluyeron una misa campal a cargo de monseñor Buenaventura Jauregui, un brindis con champán entre autoridades locales y demás invitados y la presentación de la banda Cívica de Antioquia.
Además un cuadrangular de fútbol internacional entre Nacional, Deportivo Cali, Alianza Lima y Fluminense fue el plato fuerte con el que comenzó la historia del epicentro del fútbol en Antioquia. Ese día más de 36.000 personas colmaron las tribunas con boletas que oscilaban entre 1 y 10 pesos.
Un complejo deportivo
Conforme entró en funcionamiento el nuevo espacio, que incluía para ese entonces pista de atletismo, se fueron anexando con el pasar de los años diversos escenarios como el coliseo Iván de Bedout o el Yesid Santos y las canchas de béisbol y sóftbol (ver foto).
Allí se han desarrollado, entre otros, los Juegos Centroamericanos y del Caribe (1978) la misa campal del Papa Juan Pablo II (1986), el Torneo de la Juventud de América (1992), la Copa América Colombia (2001) los IX Juegos Suramericanos (2010), la Copa Mundial Sub 20 (2011) y la final de la Copa Libertadores en 2016.
Daniel Palacios Mejía, director del Inder, reconoce que la unidad deportiva se convirtió con el paso de los años en un referente de ciudad y en un modelo a seguir.
“Somos afortunados de contar con una unidad deportiva de este nivel, no solo por la cantidad de escenarios reunidos en un espacio geográfico reducido sino por la calidad de los mismos. Los eventos internacionales han permitido que sean de vanguardia y difícilmente se ve algo similar en el país”, explicó.
A ese complejo deportivo que soñaron los líderes antioqueños en los 40 ahora lo visitan en promedio 150.000 usuarios cada mes. Bien sea para ver un partido de fútbol, para nadar un rato o para recorrer los múltiples escenarios que evocan las hazañas de los deportistas paisas .
$15
millones fue el costo de la construcción del estadio Atanasio Girardot en 1953.