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Que Hidroituango pueda estrenarse este año depende de una compleja y milimétrica tarea que debe encajar con precisión en cada una de sus fases a más de 50 metros de profundidad en el río Cauca.
El procedimiento, catalogado como una de las maniobras de ingeniería más complejas que se hayan realizado para la mitigación del riesgo en Colombia, implica, entre otros, que un equipo de buzos especializados se sumerja en el fondo del embalse y esté presurizado en turnos de hasta 28 días.
Los trabajos, que comenzaron en noviembre pasado y terminarán a finales de 2023, son vitales para rehabilitar los túneles de captación, que son los tubos por donde pasará el agua del embalse rumbo a mover las turbinas en la casa de máquinas. Algunas obras civiles quedaron inconclusas por la emergencia de 2018 y por eso se deben terminar para que el proyecto genere.
Las dimensiones de los equipos empleados dan cuenta de la magnitud de las tareas. El barco chárter que llegó a Barranquilla la semana pasada tuvo que recorrer 8.500 kilómetros desde Holanda con 1.700 toneladas a cuestas. Trajo una grúa con capacidad para mover 300 toneladas, tanto como el peso de 40 elefantes adultos.
También arribaron 61 pontones, con un peso cada uno entre 11 y 15 toneladas, con los que se armará la barcaza de buceo e izaje sobre el embalse, además de cuatro cámaras hiperbáricas donde se alojarán los buzos.
Todos estos equipos se llevarán hasta la futura central en 110 camiones de carga. Y las compuertas que se instalarán en los túneles pesan cada una entre 90 y 100 toneladas, lo que equivale al peso promedio de un avión comercial. Imagínese maniobrar tamaña magnitud, con la precisión de un relojero, en el fondo de una represa.
“Esta es la primera vez que se lleva a cabo una intervención de este tipo en Sudamérica”, dijo el ingeniero William Giraldo Jiménez, vicepresidente de Proyectos de Generación de EPM.
Acá le mostramos cómo será esta tarea milimétrica