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Las quebradas tienen memoria: Así están las de Medellín

Por las recientes emergencias generadas por las lluvias en Medellín, le pusimos la lupa a las quebradas para saber si estos eventos podrían repetirse y cómo evitarlos.

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Las quebradas tienen memoria
22 de mayo de 2021
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El río Aburrá cruza con su cauce la historia de Medellín. Es el hilo que teje el recorrido de 59 afluentes principales y 4.261 quebradas secundarias que desembocan en el río y que conforman los 1.888 kilómetros de red hídrica que se abre camino entre edificaciones y vías que se incrustan en las montañas de la metrópolis.

Los cuerpos de agua, como llaman los ingenieros y ambientalistas a quebradas, ríos y nacimientos, por décadas han sido protagonistas por dos cosas: por un lado, alrededor de cauces y riberas se pensó el desarrollo, la urbanización y la industria; y, por el otro, por los desbordamientos del caudal y el ímpetu de las aguas que han alterado la cotidianidad de la ciudad que creció en torno al río Aburrá y tiene 100 kilómetros entre el Alto de San Miguel y su desembocadura en Puente Gabino, donde se convierte en el río Porce.

Las aguas de las quebradas pasaron de correr libres por la montaña hace 100 años a estar canalizadas y desviadas porque se necesitaba espacio para edificar casas, planear parques y crear vías. “Medellín creció hacia las laderas, lo que significa que fue necesaria la impermeabilización de las superficies y eso hizo que la escorrentía aumentara (ver Glosario) y no se pudiera filtrar en el terreno, sino correr por las calles y andenes”, explicó Enrique Alexis García, ingeniero civil e hidráulico dedicado a estudiar las quebradas de Medellín.

Ese fenómeno que explica García es el que genera emergencias como las registradas en los tres últimos meses: el 21 de marzo, producto de las lluvias, la vía férrea del metro sufrió un hundimiento, el 26 de abril una socavación obligó a cerrar un carril de la Avenida Las Palmas, el 5 de abril se desbordó el río en La Macarena, y el 6 de mayo un aguacero de más de cuatro horas inundó vías en El Poblado y el centro comercial El Tesoro.

Administrar quebradas

Muchas quebradas de Medellín ya no tienen grados de libertad, se forraron o recubrieron de cemento cuando se decidió canalizarlas y ahora no tienen cómo moverse ni a los lados ni al fondo, por lo que el cauce quedó condenado al asfalto. “Para mi ese es un error que hoy estamos pagando, porque los cauces se revelan y sobrepasan estudios y obras, y generan emergencias. Acertado el río Medellín, que tiene sus laderas confinadas, pero el lecho del cauce no se ha tocado, es natural”, dice el ingeniero García.

Como si las quebradas recordaran su cauce natural, la secretaria de Medio Ambiente de Medellín, Juliana Colorado, sabe que emergencias como las recientes se podrían repetir en cualquier afluente de la ciudad.

“Hoy identificamos 193 puntos por intervenir que, según los criterios técnicos, requieren una atención prioritaria. El caso de El Poblado, a partir de las lluvias del pasado 6 de mayo, nos obligó a emitir una alerta por la inminente situación de riesgo en las quebradas La Presidenta, La Aguacatala y La Volcana, lo que implica la adopción de medidas de intervención para evitar desbordamientos o crecientes”, explicó la funcionaria.

Esa atención deberá ser urgente: limpiar caños, estabilizar riberas, liberar cauces y monitorear caudales, pues según el ingeniero García, las emergencias reportadas son multicausales y parten del cambio climático que precipitó fenómenos de lluvia intensos, que aumentan caudales nunca contemplados para ríos y quebradas.

Y, aunque no siempre es acertado canalizar los afluentes, en una ciudad donde la presión urbanística es alta, se requiere controlar la red hídrica para lograr que el agua llegue a la arteria principal que es el río. Pero las causas de las emergencias van más allá de la presión urbanística. “En las quebradas hay incoherencias hidráulicas; es decir, existen conducciones (tubería, cobertura, pontón o cualquier estructura que conduzca agua), que solo están en tramos de la quebrada y que generan estrangulamientos porque modifica el caudal y facilitan así un desbordamiento”, dijo el experto, quien agregó que eso es lo que a su juicio ocurre en El Poblado, donde “los urbanizadores diseñan sus estructuras y la corporación ambiental lo que dice es que analicen 100 metros aguas arribas y aguas abajo de la quebrada a intervenir, pero no hay homogeneidad en el tratamiento de los caudales”.

Un tercer problema que hace a Medellín propensa al desbordamiento de sus quebradas y río es un fenómeno local. “El agua debe sortear los cambios de pendientes y por las lomas o calles empinadas coge fuerza y baja a la parte más plana del valle que es al río Aburrá. Allí la fuerza del agua es la que genera problemas”, apunta el ingeniero.

Tecnología para monitoreos

El Área Metropolitana del Valle de Aburrá - AMVA-, como autoridad ambiental, tiene 81 sensores en el río Medellín y sus principales afluentes y, además de fenómenos naturales, alerta por vertimientos, contaminaciones o riesgos para los cuerpos de agua.

“Las principales amenazas asociadas a los afluentes son inundaciones y avenidas torrenciales, lo primero relacionado con el río y lo segundo con las quebradas”, aseguró esa entidad a EL COLOMBIANO, al explicar además que “el crecimiento de la zona urbana, la ocupación de cauces y retiros, la impermeabilización del suelo y la canalización aumentan los problemas asociados al desbordamiento del río y sus afluentes”.

Lo que dice el POT

La hoja de ruta para la urbanización de Medellín es el acuerdo 48 de 2014 o Plan de Ordenamiento Territorial –POT-, que en su artículo 26 definió los retiros de los ríos y las quebradas; es decir, los metros que se deben respetar a ambos lados de la corriente a la hora de hacer una edificación.

El POT contempla que “en el suelo rural las zonas de retiro serán de 30 metros a cada lado de la corriente, y en el suelo urbano el retiro mínimo será 10 metros, pero puede llegar hasta a 60 metros dependiendo del caudal de la quebrada y de si esta ha sido intervenida o sigue natural”, explicó a este diario la Secretaría de Control y Gestión Territorial de Medellín.

Esa dependencia agregó que “las curadurías son las encargadas de definir los metros de retiro”, lo que ocurre cuando el constructor solicita la licencia urbanística. Además, quien incumpla las normas de retiro para proteger las quebradas podría ser sancionado por la Inspección de Policía o los corregidores de la zona, sanciones que van desde la demolición de la construcción, por el daño ambiental y el riesgo que representa para la quebrada, hasta multas económicas.

“Esa vigilancia la realizamos por medio de recorridos cuadra a cuadra, verificando el uso del suelo, haciendo seguimiento a las curadurías, evitando las invasiones en las periferias y la estafa inmobiliaria”, finalizó la Secretaría de Control Urbanístico.

Todas las entidades coinciden en que, para evitar nuevas emergencias, es fundamental que los ciudadanos identifiquen la quebrada cercana, protejan su caudal y respeten la zona de retiro, porque “prácticamente debajo o al lado de cada urbanización de Medellín pasa un afluente que nunca olvida su cauce natural y siempre querrá volver a él”

4.261
quebradas secundarias tiene la red hidráulica: Secretaría de Medio Ambiente.
Infográfico

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